domingo, 11 de enero de 2004

Los roles del poder

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 11 de enero de 2004


Más allá del poder, el deporte subsiste. Como toda manifestación cultural va encontrando nuevas herramientas para sobrevivir  y subyacer en esta provincia de un país subdesarrollado que hace 60 años vio cómo pululaban distintas disciplinas.
Pero el poder no es algo abstracto, ni oculto. El poder está en los pasillos de la Dirección de Deportes de la provincia (y de las comunas también); en ese laberinto de escritorios burocráticos y carpetas que cuecen designaciones y cargos, donde se distribuyen favores, tercerizaciones y se potencian internas partidarias. Una patética muestra fue el lobby que hicieron varios personajes (políticos o algo parecido) mientras el gobernador titubeaba en nombrar al titular del área.
Uno tras otro han sido tan parecidos, que parecen ser uno solo; cambian  los gobiernos, las gestiones, y se repiten las promesas y las inacciones. Difícil es imaginar que esta gente concrete una verdadera política social, de contención, o que sepan cuáles son los deportes con mayor  proyección competitiva, de elite, y  con chances olímpicas.
El poder también está en las ligas, federaciones y asociaciones. Donde, salvo varias excepciones, se trata de administradores de intereses extradeportivos, donde se confunden con la función de representantes, administradores, promotores y demás. En la mayoría de los casos miopes de  la realidad aceptan que deportes amateurs y con pract icantes de bajos recursos tengan que sostener planillas costosas y árbitros, jueces o comisarios de carrera semiprofesionales. ¿Y los clubes? Parece que olvidaron la función social por la que se fundaron y que disfrutan cómo son fagocitados por las gerenciadoras.
El poder está en el tráfico de ilusiones, en las “escuelitas” de fútbol donde los técnicos (ex referentes) exigen, manipulan y tratan como mercancías a los pibes, quienes ya de chiquitos los pasean de un lugar a otro haciéndoles creer que todos serán cracks y millonarios, con lo que pierden la inocencia y el sabor del juego.
Y ahí están los papás firmando y pagando mientras les liman las sonrisas a sus hijos.  El poder se manifiesta con dirigentes mandaderos de empresarios y periodistas mandaderos de dirigentes; con ONG y entidades intermedias, paralelas que buscan justificar algún subsidio en nombre del deporte y lejos del deportista.
Se han flexibilizado los roles, se han olvidado de la ética. Un pastiche perverso. Desde un mismo lugar deciden, se postulan, venden y compran. Amateurismo y solidaridad son palabras infaltables en un buen discurso, pero a contrasentido de los que se hace, construir una realidad basada en el mercado.
Pero si en nuestras tierras el deporte subsiste es por los deportistas, quienes más allá de la estructura de poder en la que están insertos siguen adelante, buscando una meta, a veces sencilla, como liberarse por un rato, superarse a sí mismo, o simplemente compar tir/se en un juego.
Luego llegará la hora de trascender, y ahí está la estructura que sabe de su dialéctica en la que el depor tista necesita del poder para que justifique y decrete su gloria, y con éste el poder sabrá generar el negocio para saciar sus hambrientos bolsillos.

domingo, 4 de enero de 2004

Un ciclismo sin metas



Suplemento Ovación (página 2).
Diario UNO de Mendoza, 4 de enero de 2004

La crisis del ciclismo no es una novedad. La última década marcó un creciente deterioro de esta actividad en el país, y en Mendoza los dirigentes no han tenido muñeca para revertir la situación.
Hace unos años, las regionales y las asociaciones del interior festejaban el fin de la era Antonio Alexandre.
La llegada de Hugo Wernly a la Federación Ciclista Argentina parecía traer una bocanada de aire limpio, nuevo, renovador y federalizador; pero fue más de lo mismo y hasta peor. La entidad rectora del deporte
pedal terminó por desaparecer en todo sentido: perdió desde los bienes hasta la legalidad jurídica.
Hace varios meses, con el reconocimiento de la Unión Ciclista Internacional (UCI), entró en acción la Federación Argentina de Ciclismo de Pista y Ruta (FACPYR), cuyo máximo dirigente es el marplatense Gabriel Curuchet, quien como ciclista hizo historia ganando todo pero como dirigente ya repite viejos vicios
y dañinos olvidos.
Es en el interior donde nacen y se hacen los grandes pedalistas y los principales equipos, y donde se disputan las clásicas más importantes.
San Juan, Mendoza, Córdoba y Bahía Blanca, entre otras, han sido plazas que han nutrido de individualidades y escuadras al “pelotón nacional”.
Hace años que Mendoza perdió el semillero y la mística. Ya no hay ídolos, lo que se repite en todo el país. El ciclismo es un deporte popular pero cada vez más caro. Con precios dolarizados –los materiales son importados– se hace casi imposible mantener un rodado para la competencia.
Y si a esto se le suma la pretemporada, la alimentación, la vitaminización y los costos extra para la carrera, la inversión es enorme. Así, montar un team ya es una acción casi filantrópica.
Cada provincia con historia ciclística aporta uno o dos equipos de elite. Estos, y tomando el caso Mendoza,
necesitaban saber con tiempo la diagramación del calendario nacional: Argentino de Pista, Vuelta a la
Argentina, Vuelta de San Juan, de Mendoza y demás. La dirigencia nacional, si bien asumió hace poco, ya traía un buen tiempo trabajando; pero, al estar más preocupada por intereses económicos de acuerdo con los empresarios del ciclismo, el diagrama de competencias llegó a última hora, con la consecuencia de la disolución de equipos o el tardío inicio de las temporadas ruteras.
Como si esto fuera poco, hace unos días, la Asociación Ciclista Mendocina le envió una carta documento a la FACPYR reclamando licencias gestionadas de los ciclistas locales (requisito para correr en competencias
oficiales como para la seguridad de los pedalistas) y exigiendo el recibo de reafiliación a la FACPYR (¿?).
En una semana se realizará el Argentino de ruta, y los mendocinos llegarán sólo con cuatro competencias de bajo impacto y recorrido. No han realizado contrarreloj, ni montaña, ni carreras por etapas.
Está claro que la proyección de un pedalista local sólo puede apuntar a la Vuelta de Mendoza.
Gabriel Curuchet parece olvidar todos los requisitos y cuidados para un gran deportista como lo fue él. Pero
demuestra la habilidad que tuvo como capo-escuadra del equipo más poderoso del país, negociando con unos pocos y según las conveniencias de turno, repitiendo los viejos vicios de la dirigencia nacional.
Mientras que las autoridades locales no definen una política para darle un rumbo al ciclismo local, siguen perdiendo popularidad, se van quedando sin referentes, ya no hay recambio, pero exigen y prometen llegar
a la elite. Como vamos, es imposible.