lunes, 11 de junio de 2007

El “Nacional” Segura muestra dos realidades


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 1 de junio de 2007

No es novedad el histórico poderío boxístico del Valle de Uco, sobre todo en los últimos años en Tunuyán. Este fin de semana, el poderoso equipo mendocino que participó en el Nacional de mayores en Buenos Aires ganó una medalla de oro, de la mano de Luis Segura, en la difícil categoría de los 69 kilos.
El tunuyanino Segura venía de ganar el Provincial Caciques de Guaymallén y en el medio local ya venía logrando protagonismo desde el 2004.
Con 21 años, Segura se encuentra con un campo abierto para saltar al profesionalismo y hacer “carrera”.
Tunuyán tiene una de las canteras más importantes del boxeo mendocino –junto a Las Heras, San Martín y Luján–, con tres gimnasios en plena actividad y púgiles (tanto varones como mujeres) de todas las categorías. El gimnasio de Miguel Orozco es uno de los ejemplos por su organización, funcionamiento y resultados tanto deportivos como sociales.
Pero en Tunuyán falta algo fundamental y es la continuidad profesional, el paso necesario en el proyecto como en las aspiraciones deportivas de los jóvenes púgiles.
Podemos ver cómo boxeadores que saltaron al profesionalismo tuvieron que abandonar por falta de planificación y apoyo de parte de empresarios y la Comuna. Con récords positivos (y hasta algunos invictos), se han visto obligados a colgar los guantes, como es el caso de Sergio Ánjel, Alexis Troncozo, Nelson Troncozo y Daniel Sosa.
Ahora, Segura es el nuevo referente que se debe cuidar, potenciar y proyectar; hay que ayudarlo a encontrar los espacios para desarrollarse y –por qué no– para que junto a él regresen los que venían haciendo su “historia”.
El boxeo es uno de los deportes más populares e históricos en la provincia (mas allá de los logros de
púgiles legendarios, vale recordar que en los tres últimos Juegos Olímpicos hubo representantes locales), uno de los más sacrificados y, sin dudas, un lugar de contención clave. Los gimnasios cumplen una función fundamental en una sociedad y un Estado excluyente.
Segura concretó un gran trabajo que ahora necesita proyección.

domingo, 3 de junio de 2007

Joseph Blatter, un suizo que no tiene altura

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 3 de junio de 2007

Joseph Blatter no tiene altura, y eso que nació entre los cerros suizos. No tiene altura para gobernar una organización ecuménica que busca reunir a distintas culturas, realidades e idiomas en un mismo juego: el
fútbol.
El señor que maneja el balompié ha prohibido que se jueguen cotejos internacionales a más de 2.500
metros sobre el nivel del mar, perjudicando de esta forma a ciudades como La Paz (Bolivia), Bogotá (Colombia), Cusco (Perú) y Quito (Ecuador), mostrando una típica actitud etnocentrista, europeísta, amparado en sus obedientes secuaces que buscan eliminar las “diferencias” que puedan entorpecer el magnífico negocio que genera el deporte más popular (y rentable) del planeta.
Lo que las soberbias anteojeras de Blatter terminan negando es que en La Paz, Bogotá, Cusco y Quito
(entre otras ciudades) vive gente, mucha gente que durante siglos se ha desarrollado cultural y económicamente en la “altura”, y en muchos casos es en esos lugares donde ha logrado sobrevivir parte
de las raíces y costumbres de nuestros pueblos originarios.
Parece que ahora para los conceptos etnocentristas la altura es privativa; no parece que lo fue a la hora de la conquista, la explotación y la transculturización que impusieron.
Durante mucho tiempo se habló del fútbol como motor para construir un mundo mejor, “universalista”, pero ahora este mundo no incluye a los que viven “alto”, por lo que se eliminaría la condición de “campeón mundial”, ya que no estarían todos los pueblos del mundo incluidos dentro de la FIFA.
Se están violando conceptos fundamentales, como la universalidad del fútbol, el derecho a jugar donde uno vive.
Ahora atacan la altitud y quizás en unos años avancen contra la latitud y se prohíba jugar en las perisferias, lejos del centro futbolístico del mundo, que está en Basilea, a unas horas de la ciudades que sí tienen la altura justa.
La decisión de Blatter no es médica, es política.