domingo, 24 de julio de 2005

El fundamental reconocimiento


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 14 de julio de 2005

El reconocimiento es fundamental para las personas. Valorar, difundir, premiar y compartir sus logros, sus
metas, sus ideas, hacen a la trascendencia humana.
El reconocimiento puede ser simbólico o material. Ambos son necesarios y, a su medida, se refuerzan entre sí. En nuestro caso, el deporte, reconocer es ayudar a forzar las condiciones de periferia, incentivar y reforzar instrumentos para llegar al alto rendimiento.
No sólo la publicación y difusión de los logros son importantes en lo simbólico, también hay distinciones
como los premios UNO a la Excelencia Deportiva o los Huarpes, que les abren las puertas a muchos
deportistas, los exponen a la luz pública.
Los deportes amateurs son los que más necesitan del reconocimiento, ya que sus exponentes y figuras están lejos del mercado y otros “valores agregados” de los deportes profesionalizados”.
Otra forma de reconocimiento es la económica, que puede llegar tanto a las instituciones como a los
atletas.
La Subsecretaría de Deportes y Recreación de la provincia ha dado a conocer a los becados 2005 “a la
excelencia”.
Sin dudas es altamente valorable, aplaudible y saludable que el dinero llegue a los atletas, a los clubes y las
federaciones, y que no se pierda en las telarañas y los laberintos burocráticos.
Los deportistas elegidos tienen bien merecido el reconocimiento y sin dudas son parte de la elite mendocina.
Para no generar dudas, la Subsecretaría de Deportes implementó un método de convocatoria e inscripción
buscando la máxima transparencia.
Las designaciones de becas fueron abiertas y transparentes, aunque indudablemente quedaron muchos
deportistas de elite y gran proyección afuera, quizás de los deportes más populares, de los sectores pobres de la sociedad. Y sí, son muchos los que están lejos de la cultura de los trámites, el lobby, las documentaciones, etc, etc. No sólo habría que convocar, también se puede acompañar y ayudar.

lunes, 18 de julio de 2005

Sin estadio central se relega al deporte local


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 18 de julio de 2005

La falta de un estadio cerrado de gran capacidad en Mendoza (llámese único y central) no sólo es un tema provincial. También es una preocupación nacional.
Este fin de semana en Santiago del Estero, el promotor de boxeo Mario Arano comentaba que “es un deseo
de todos poder escenificar nuestros festivales en Mendoza. (En Buenos Aires consideran que el pugilismo es
el segundo deporte en popularidad en la provincia, donde además tiene historia, boxeadores y aficionados.)
Los estadios en Mendoza son chicos y no satisfacen la estética de Space (el canal de televisión que transmite para Latinoamérica), por eso, por desagracia, no podemos desembarcar en Mendoza, y lo hacemos en provincias con menos tradición”, comentó el promotor premiado en el 2004 por la AMB.
Pero el problema y las consecuencias de no tener un estadio central también recaen en deportes, como el básquetbol, que se ve limitando a un proyecto de Liga Nacional; o el vóleibol, si quiere apuntar a tener un equipo en la Liga Argentina; y el hockey sobre patines, ya que San Juan con su Aldo Cantoni se gana la prioridad.
Mendoza viene desde hace varios años quedando excluida de certámenes internacionales, de convertirse en sede o subsede de mundiales y encuentros de gran importancia deportiva y turística.
También sería un detonante para consolidar una actividad y potenciarla entre sus aficionados.
Un estadio central o único es una necesidad no sólo para conquistar la elite del deporte, sino también lo es para que se pongan en escena espectáculos artísticos.
Por iniciativa privada o estatal, el deporte mendocino necesita una respuesta urgente. No se puede seguir perdiendo posicionamiento.
Los deportistas al no encontrar proyección local terminan emigrando y los clubes no pueden concretar el proyecto de “llegar a la máxima división”.
Será una inversión, deportiva, cultural y económica. Hay varias iniciativas en carpeta pero los tiempos exigen una rápida decisión a lo que se ha convertido en una traba para los mendocinos.

lunes, 11 de julio de 2005

Represión y censura no son la salida


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 11 de julio de 2005


El tema de seguridad sigue siendo el eje central de discusión en el ambiente del fútbol local. Lejos de una
solución y más lejos de una interpretación cultural y de fondo, los discursos se han relajado en chicanas, prejuicios y acusaciones entre quienes la padecen.
Se les exige a los dirigentes y a la Liga que hagan de policías, cuando no es la función de éstos, a la vez deben pagar al Ministerio de Seguridad, por policías, por seguridad, cuando en realidad se trata de espectáculos públicos organizados por sociedades civiles sin fines de lucro. Y qué reciben los clubes: violencia, traducida en gastos, represión y nada de prevención.
El éxodo de dirigentes y el deterioro de las instituciones a nivel humano y de infraestructuras son consecuencia en gran parte de las crisis económicas que viven éstos.
Están encerrados en un círculo perverso donde la meta está tras un sinfín de torneos, cada vez más largos y menos representativos, de planillas costosas, de gastos fuera de contexto que terminan enriqueciendo a las Ligas, al Consejo Federal y la AFA. Cuesta entender, como ejemplo, que hasta en las divisiones formativas en clubes de barrios periféricos deban pagar por árbitros semiprofesionalizados, o también creer que llegue una solución de esos intermediarios cuando el único objetivo de éstos es el tráfico de piernas (mercadeo de personas, trata de niños).
La violencia también es institucional, y se manifiesta en no entender, en no colaborar y en las exigencias de un ministerio que cobra por reprimir y en políticas deportivas que ignoran la contención social.
Lo más triste es creer que todo lo que está pasando es un fenómeno nuevo, cuando es algo repetido y acentuado. Si proyectamos, nos encontramos con un futuro cada vez más oscuro.
Por ahora, la Liga atinó con censura y proscripción. ¿Cerrar las canchas y considerar a todo espectador un
delincuente es la salida?

lunes, 4 de julio de 2005

¿Los puntos no se ganaban en la cancha?


Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 4 de julio de 2005

¿Es un juego o qué? La sanción, sobrevalorada, parece la esencia del enfrentamiento entre contendientes. Sanción dueña e intérprete de reglamentos, sanción matizada de prejuicios, valores, réditos.
¿Dónde se ganan los puntos, la clasificación y los torneos?
Obsesionados por la sanción y la condena, los límites de los campos de juego se han abstraído.
Conquista y poder, apelación. Oficinas, protesta, lobby, votación, coerción.
La cancha es el estadio, el estadio es la sociedad. El juego es la política, la política es el orden, el orden es el
poder.
Mientras buscan una explicación, por cierto no muy profunda, y una solución aun menos profunda sobre la violencia.
La discusión esta semana en el mundillo de nuestro fútbol ha sido cuál debe ser la sanción a los clubes donde se producen estas manifestaciones, algo nada nuevo y siempre conflictivo.
Vale preguntarse quiénes juegan los partidos y cómo se ganan: ¿en las tribunas, en la Liga...? ¿Es un ministerio?
La popularidad de un deporte lo convierte en un botín. Se presta para el espectáculo, el comercio y la
trascendencia, en muchos casos del dirigente, que logra la presencia mediática que no tendría en otros ámbitos sociales y que le sirve como trampolín político.
Los puntos se ganan en la cancha, y lo hacen los jugadores. Cuando se viola esta esencia, se violenta el
juego, se lo manipula, dejando un claro mensaje: siempre hay un tercero en condiciones de cambiar la historia. Y así, cada cual con su lenguaje, con sus códigos, sus necesidades, soberbia, fuerza y poder, intentará invadir la cancha, desde las tribunas, las oficinas, las comisarías o los ministerios.
Siguen faltando soluciones de fondo. Lo extradeportivo ha invadido el juego, las especulaciones y el desprecio suman más odio y discriminación. La violencia se manifiesta de muchas formas, con piedrazos, con candados y hasta con proyectos de aumentar las entradas para excluir de las tribunas a los más pobres.