Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 4 de julio de 2005
¿Es un juego o qué? La sanción, sobrevalorada, parece la esencia del enfrentamiento entre contendientes. Sanción dueña e intérprete de reglamentos, sanción matizada de prejuicios, valores, réditos.
¿Dónde se ganan los puntos, la clasificación y los torneos?
Obsesionados por la sanción y la condena, los límites de los campos de juego se han abstraído.
Conquista y poder, apelación. Oficinas, protesta, lobby, votación, coerción.
La cancha es el estadio, el estadio es la sociedad. El juego es la política, la política es el orden, el orden es el
poder.
Mientras buscan una explicación, por cierto no muy profunda, y una solución aun menos profunda sobre la violencia.
La discusión esta semana en el mundillo de nuestro fútbol ha sido cuál debe ser la sanción a los clubes donde se producen estas manifestaciones, algo nada nuevo y siempre conflictivo.
Vale preguntarse quiénes juegan los partidos y cómo se ganan: ¿en las tribunas, en la Liga...? ¿Es un ministerio?
La popularidad de un deporte lo convierte en un botín. Se presta para el espectáculo, el comercio y la
trascendencia, en muchos casos del dirigente, que logra la presencia mediática que no tendría en otros ámbitos sociales y que le sirve como trampolín político.
Los puntos se ganan en la cancha, y lo hacen los jugadores. Cuando se viola esta esencia, se violenta el
juego, se lo manipula, dejando un claro mensaje: siempre hay un tercero en condiciones de cambiar la historia. Y así, cada cual con su lenguaje, con sus códigos, sus necesidades, soberbia, fuerza y poder, intentará invadir la cancha, desde las tribunas, las oficinas, las comisarías o los ministerios.
Siguen faltando soluciones de fondo. Lo extradeportivo ha invadido el juego, las especulaciones y el desprecio suman más odio y discriminación. La violencia se manifiesta de muchas formas, con piedrazos, con candados y hasta con proyectos de aumentar las entradas para excluir de las tribunas a los más pobres.
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