Se trata de algo más que de una deuda, algo más que de un pago.
Se trata obviamente de un posicionamiento ideológico motorizado a través de un par de recetas económicas que terminan ampliando la brecha entre ricos y pobres.
¿Alguien puede creer que la hiperinflación y el ajuste con que amenaza el Presidente pueda ser consecuencia de no pagarle a un grupo de usureros internacionales?
Este posicionamiento de oficialistas, aliados y también de algunos "opositores" no deja de ser de un gran negocio para los pocos de siempre.
Entre pagadores discuten el cuánto, el si es poco o mucho, el a quién y el cómo.
Cómo no va a avanzar el pago a los buitres si varios de los que argumentan en contra y ahora levantan banderas de soberanía son quienes cumplieron con el FMI entre otros cobradores.
Cómo no va avanzar el pago a los buitres si al parecer habrá un banelcazo, un premio y será algo más que "cinco sanguchitos de miga y tres mates fríos".
Los holdouts de ahora, que hace unos meses eran buitres, podrán cobrar, seguir acosando, extorsionado, no perderán su "derecho" a continuar con acciones legales, seguirán prestando, acumulando intereses y también comprando bonos que les generen más intereses, nuevos juicios y posteriores pagos, para aprobar otros empréstitos, y también influir en nombramientos de algunos de sus gerentes (CEO) favoritos para algún ministerio clave.
"No les mientan a los argentinos que nos vamos a salvar con el endeudamiento externo porque la deuda nunca fue para construir cloacas ni obras de infraestructura. Los fondos buitre sólo compran deuda para litigar y la Corte Suprema nos dio la espalda", dijo Kicillof, el último ministro de Economía del kirchernerismo, quien también se quejó por los contratos con bancos internacionales para que asesoren en la colocación de los nuevos bonos que emitirá el Gobierno para pagar la deuda.
Esto no paso ayer, sino hace unos días en el plenario de comisiones de Diputados, donde recibieron al titular de la Hacienda macrista, Alfonso Prat Gay, quien le respondió al actual diputado: "Axel, los bancos son los mismos que vos contrataste en su momento y les pagaste mucho más. La única negociación que cerraste fue con el Club de París y pagaste el 100% de la deuda, negociaste a tontas y a locas, en 48 horas. Cerraste todo. Pagaste todos los punitorios y no entró una sola inversión después de ese acuerdo".
Entre esa retórica de pagadores compulsivos, ayer el diputado y economista del PRO Luciano Laspina reconoció: "La estrategia de los bonistas es no llegar a un acuerdo, porque es el mejor negocio financiero para ellos y el peor para el país".
Cuántos de estos pagadores compulsivos responden a los intereses de los mismos que hicieron estatizar sus deudas privadas durante la dictadura en los años '70.
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