jueves, 31 de marzo de 2016

Con Obama nada cambió, sólo se reafirmó lo que vienen haciendo

Diario UNO de Mendoza (página 18), 30 de marzo de 2016

Nada cambió con las visitas de Barack Obama a la Argentina y a Cuba. Más allá de que la Bestia marcara territorio por calles despejadas y embanderadas conduciendo al representante del Tío Sam por Buenos Aires los cursos de la economía y la política no salieron de los carriles por lo que se vienen conduciendo, quizás, y sólo, se reafirmaron.
Desde el Estado se impusieron y colgaron banderitas prestadas para la representación, como si se tratara un pueblo que viva el ingreso de las tropas aliadas que nos liberan y donde agradecido sale de los escombros el gobernante que recupera su puesto.
La repercusión de Barack bailando el 2x4 porteño o el intento de palmeo al menor de los Castro fue suficiente para que se haga todo un revisionismo de los '70, y también de los '60, obvio que no histórico, sino simbólico y a cargo de cierto propagandismo periodístico que desempolvó, o mas bien comenzó a sacarle lustre a la nefasta teoría de los dos demonios, la mejor forma de negar el exterminio ejecutado desde el Estado.
Esta claro que Obama pasó por Cuba para demostrarle poder a la creciente ultraderecha en su país que amenaza con desbancar a los republicanos. Está claro que Obama pasó por la Argentina, ya que sabe que por acá aún les queda mucho por extraer, expoliar, saquear, lucrar, despojar, usurar, ocupar, colonizar, monopolizar, privatizar, gerenciar.
El presidente norteamericano estuvo en la Plaza de la Memoria y por esos días, los de la semana pasada habló de desclasificar documentos (de la participación de su país durante el último genocidio en el país) e intentó una tibia disculpa por la política exterior de Estados Unidos durante los '70 en latinoamérica. ¿En qué cambió esa política exterior? En nada. En los '80, los '90 y a lo largo de este joven siglo siguieron -por todo el mundo- interviniendo gobiernos y países, bombardeando, colocando presidentes títeres, bombardeando, fomentando y armando grupos extremistas, bombardeando, torturando presos sin condena, y bombardeando. Siguieron regando de sangre y odio. Pero aplaudimos la mínima hipocresía.
Nos visitó Obama, le dio cátedra a los jóvenes y paseó por la Patagonia –la obsesión de los estadistas que cuentan con un gran ejército atrás–, bebió vino mendocino y comió cordero. Desplegó su militarizada seguridad de trajes negros que bajaron de decenas de aviones como si se tratara de un vital y último desembarco para clavar su bandera. Nos visitó Obama y pasamos a ser mejores, muchos mejores que antes y que los de antes. Y hay quienes nos dicen que "volvimos al mundo". Aunque en realidad nada cambió con la visita del simpático Obama al parecer dejaron por sentado que el capitalismo, el imperialismo, la dominación y las injusticias sólo son cosas de los '70.






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