Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza. 30 de enero de 2005
El agua, elemento con fuertes y milenarios significados en todas las culturas. El agua, el fútbol, la Argentina, la argentinidad y un bidón fueron noticia en el mundo. Quince años después terminó por desnudarse un secreto, por reconocerse un accionar como de su complicidad y colaboracionismo.
En el Mundial ´90, entre los bidones de agua de nuestra selección, había uno para los rivales y estaba contaminado con sedantes (dopado, envenenado).
Por lo menos un jugador de Brasil sufrió la consecuencia y con el tiempo cayó el mito al ser reconocido, pero como "picardía". ¿Y ante esto qué? Grondona le dio duro a Maradona por revelar el hecho, Bilardo no lo termina de reconocer, otros como Pedro Troglio, hablan de las enseñanzas que dicen que "no hay que tomar agua del rival". Otros festejan el hecho como si se tratara de una gracia y hasta de una conquista.
Envenenar el agua del rival es una falta de lealtad, de códigos, de ética, de profesionalismo, de escrúpulos, es un perverso acto de corrupción. Se trata de una actitud netamente antideportiva.
Picardía o un acto miserable. Sí, un acto miserable a cargo de un médico, Carlos Bilardo, al que se le tendría que prohibir pisar una cancha de fútbol, un símbolo de una sociedad decadente, ventajista y desleal. Grondona le debe una gran explicación a la FIFA y ésta tendría que sancionar al fútbol argentino, a sus dirigentes. Por acá todavía esperamos un mea culpa por parte del zar del balompié nacional.
Si seguimos festejando actos como éstos, idolatrando a los violentos de las tribunas, después no nos quejemos, el fútbol es nuestro espejo y nos regocijamos sobre los espejismos que generan las manifestaciones más corruptas.
Recordemos que nuestro país organizó un mundial para ocultar un genocidio, y como si fuera poco, hasta compró un partido, parece que no aprendimos, que seguimos encandilados por el mismo circo para el que todo es un acto mínimo, una picardía, la que nos desvaloriza cada vez más como personas.