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Diario UNO de Mendoza, 5 de setiembre de 2004
¿Cuáles son la magnitud y el significado de los Juegos Olímpicos? Sin duda, se trata de significados y magnitudes. Disímiles realidades, distantes objetivos en una misma competencia. Marcas, tiempos, medallas, todo tiene un valor y recompensa, un proceso, construcción, una historia, algún revés.
El barrio parece haber conseguido la gloria argentina. Volvió el oro de la mano del deporte-identidad nacional, el fútbol, y del básquetbol, dos disciplinas que nacieron y crecieron desde el corazón de las
barriadas argentinas, los clubes.
Argentina logró un número de preseas cercano a sus mejores cosechas históricas y, con viento populista a favor, la pista queda abierta para volar y sobrevolar en aeroplanos comerciales con propaganda estatal que esparza por el aire los conocidos volantes pregonando que somos los mejores.
Nadie puede quitarles los méritos a nuestros deportistas, lo que hicieron y lo que lograron. Alcanzaron la gloria e hicieron historia. Jugaron con códigos y con tradición para que, además de la victoria, hubiera un fuerte signo distintivo.
Endulzados, quizás nos cueste reconocer una olímpica contradicción: lo que parece y se muestra como una gran producción en Atenas disfraza la pobreza del deporte argentino. Y nos referimos a la planificación, a la inserción deportiva, al alto rendimiento.
El fútbol, el básquet y el tenis tiene a los referentes argentinos insertos en la competencia internacional, millonarias ganancias y un constante roce con los mejores.
El yachting es una isla, un deporte para pocos, mientras que el hockey sobre césped es la única disciplina que consolida su crecimiento y concreta una meta deportiva.
Excepto Georgina Bardach en natación, el deporte amateur argentino dio lástima y mostró la estrechez económica y política de nuestro país. Pocos y en su mayoría, lejos de las marcas top. Llegaron sin una preparación acorde a la competencia, arrastrando sobre sus esfuerzos y sueños la inoperancia de funcionarios y un Coronel que año tras año empequeñece el COA.
Mendoza tuvo sus referentes: cuatro; dos de ellos no residen en la provincia y los otros dos construyeron su historia deportiva al margen de una planificación local, mostrando un amateurismo a ultranza que los dejó afuera de los Juegos en la primera ronda. Casi no hubo representación menduca en los deportes por equipos, y eso que se trata de una provincia con un gran desarrollo en varias disciplinas.
Queda todo por hacer, y convendría empezar de cero. Los Binacionales son un buen proyecto y un punto de partida para poder proyectar hacia el alto rendimiento. Ya se proyectan atletas con grandes condiciones, balonmanistas y futbolistas que pintan para cracks; ya hay dos boxeadores con grandes chances de estar en Pekín 2008. Pero falta mucho, y si repetimos el camino recorrido, lo más seguro es que se pierdan detrás de algún bache burocrático.
Disfrutemos los logros, las conquistas, reconozcamos a sus artífices, pero no nos engañemos, que la casualidad no es causalidad.
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