Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 28 de febrero de 2005
Andes Talleres Sport Club es un objeto de deseo, un fetiche codiciado. Se trata de un club histórico con una gran ubicación geográfica.
Talleres es, para muchos, un punto. Más cerca del mercadeo inmobiliario que de su trayectoria deportiva. Son muchos los que sueñan desde hace mucho con fusionarlo, captarlo, chuparlo, comerlo...
Plantado en Godoy Cruz y tan cerca del centro, la institución de azulgrana parece ser para algunos sólo su valor agregado de la cotización de su metro cuadrado, sus vías de acceso y cercanía. Y hasta más atractivo
se vuelve al ser “cubierto” por la ley de inembargabilidad.
Probó Regatas, y hace poco Andino Mendoza. También le echó el ojo una empresa para construir un shopping.
Diezmado futbolísticamente y con pocas chances en tiempos de gerenciamientos y proliferación de divisiones, el viejo Matador es visto como un torero cansado, distraído y sin fuerzas, fácil de atropellar y cornear.
Las alianzas son buenas cuando suman, cuando significan un crecimiento, una consolidación, cuando son parte de un proyecto integral, no cuando un club sólo piensa en aumentar los “servicios” para “sus” socios del club a costa de otro, o cuando una actividad en crecimiento se aprovecha para terminar con otra.
La institución de Belgrano y Castellani es parte de lo más grande de nuestro básquetbol, de nuestro hockey sobre patines, de nuestro fútbol. Son sus deportes fundamentales y cada uno de éstos forman la esencia de Andes Talleres, un club que nació desde la periferia con los sueños y proyectos de un grupo de trabajadores.
Ojalá que Regatas encuentre los espacios físicos para su expansión, que Andino y el hockey sobre césped tengan un gran estadio con capacidad para varios miles de espectadores, pero no a costa de Andes Talleres, que más allá de la mala coyuntura que atraviesa, de sus pocos socios e ingresos, tiene su historia, su mística y sus necesidades.