Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 29 de enero de 2006
Volvamos a un tema ya trillado: la violencia en el fútbol. Durante estos días, funcionarios y legisladores han
buscado abordar el tema con algunas ideas, en su mayoría disparatadas.
Parece increíble, pero hay quienes niegan los derechos ciudadanos del espectador. ¿Cómo? Diciendo que
su obligación es garantizar únicamente la seguridad de los jugadores y los árbitros.
Otros quieren que los clubes hagan un registro de hinchas y que sean las mismas instituciones las que se
encarguen, como medida de prevención, de la tarea de prohibir ingresar a los violentos.
¿Un registro de hinchas? ¿Qué es un hincha? Todos son distintos y para ir a una cancha de fútbol no
necesariamente hay que ser hincha.
Los clubes, por intermedio de sus dirigentes, tienen la obligación de no incitar a la violencia, de promover
instalaciones con garantías, de procurar el crecimiento de las instituciones, pero no de cumplir el rol de policías.
Se está instalando la idea de que todos son culpables hasta que demuestren lo contrario, mientras que los violentos –unos pocos– tienen el “territorio” liberado para demostrar su poder.
Sí, los violentos son unos pocos y están protegidos. El fútbol es lugar para ostentar su poder mafioso, contra sus rivales, con los mismos simpatizantes de la tribuna, apretando dirigentes y “combatiendo” a la policía.
¿Pero por que será que esos violentos siempre zafan de la represión indiscriminada?
Funcionarios y legisladores tendrían que buscar a sus alrededores y ver que a esos violentos los tienen en sus actos políticos haciendo número, llevando gente; muchos son los punteros en tiempos electorales. Tendrían que ver que muchos de esos violentos trabajan para sus amigotes proxenetas y narcos en otros zonas liberadas que a diario pudren nuestra sociedad.
Los clubes son sociedades civiles sin fines de lucro, no entes policiales, y en muchos casos deben suplir las
funciones y obligaciones del Estado en cuestiones de contención social.
Funcionarios y legisladores: no confundan los tantos, no deslinden sus obligaciones. Un dirigente no es un policía, un simpatizante no es un sospechoso.