Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 22 de enero de 2006
En un hecho histórico Latinoamérica tiene un presidente indígena, quien ayer fue investido, en una emotiva ceremonia étnica, como el máximo referente de los pueblos originarios del continente, se trata de Evo Morales, un aymara, que es el primer mandatario boliviano.
¿Pero que tendrá esto que ver con un suplemento deportivo? Mucho.
“Igualdad y justicia” fueron algunas de las palabras que enunció Morales en la ceremonia que se desarrolló en el templo Kalasasaya en el santuario de Tiahuanaco.
Si el hombre que asume hoy como presidente de Bolivia visibiliza una realidad de más de 500 años de exclusión, discriminación y persecución, sería bueno que hiciéramos lo mismo, visibilizar lo que sucede en nuestro ámbito. Y nos metemos en el deporte, que es lo que nos obliga.
Nuestras disciplinas deportivas, sobre todo las populares, también las practican pibes y pibas de los pueblos originarios, participan de éstas cargando con una tradición de ocultamiento y desprecio por una sociedad intolerante y racista.
Son excluidos, maltratados, despreciados, discriminados, en un maltrato cotidiano e institucionalizado.
Actitudes y palabras bastan para comenzar con ese cargamento xenofóbico que los señala como “otros”. Si bien pertenecen milenariamente a estas tierras, esa huellas que la dan su particularidad, su personalidad, son suficientes para ser tratados como extranjeros, indocumentados, como ciudadanos de segunda, son los que pertenecen al grupo de los que nunca llegan a una beca, a los servicios y garantías mínimas a los que está
obligado el Estado, el principal ejecutor de la desigualdad en el deporte, consumada en la Subsecretaría de Deportes.
Aceptar cantos o insultos racistas y xenofóbicos en una cancha, un comentario despectivo en un camarín, es un folclore siniestro que reproduce, refuerza y potencia la constante cultural de la exclusión.
Desde todos los sectores se puede cambiar, y el deporte, como fiel reflejo de la sociedad, tiene que dar el ejemplo, y comenzar a cambiar la historia.
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