Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 1 de julio de 2007
No sólo descendió un plantel, un club. Con Godoy Cruz descendimos todos. El fútbol como máxima expresión deportiva en nuestro país, como manifestación cultural, económica y política, contó con un
equipo mendocino en la primera división del fútbol nacional, aunque esa conquista sólo duró una temporada.
Se trató de un fracaso, más allá del impresionante seguimiento de los hinchas, más allá de las suculentas
recaudaciones, de la cantera de jugadores del Expreso y hasta más allá de la movida de “mendocinidad” que se generó, con nuevos hinchas del club y del fútbol.
Todos dejamos de ser de primera (excepto algunos jugadores y el técnico, que ya arreglaron con clubes de
la A) en una de las provincias mas grandes del país. No se tomó conciencia ni se planificó para sostener a Godoy Cruz en Primera. El Tomba arrancó y hubo más preocupación por negociar con barrabravas que
por potenciar a sus jugadores y prever los refuerzos necesarios.
El Expreso había roto la constante de mediocridad de nuestros deportes de conjunto, eternizados en categorías menores o de ascenso, sin figuras y con casi nula representación de sus jugadores en las selecciones nacionales.
Sin dudas hay atenuantes, como la buena performance en el Clausura, como la injusticia de los promedios
de descenso (algo que hay que anular).
Por suerte, el Tomba tiene su semillero, sus jugadores hechos en casa, que serán los que tendrán que salir ahora a recuperar el espacio perdido.
Descendimos todos y somos de la B. Tenemos que tomar conciencia de que desperdiciamos un lugar de
privilegio para proyectar, mostrar y presionar no sólo en lo futbolístico, sino también en lo deportivo, lo
social, lo económico y lo turístico. Debemos aprender de la experiencia de haber sido de Primera y ver, analizar, cuáles son los fenómenos por los que nos cuesta proyectar y consolidar nuestros deportes de equipo en la elite.
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