lunes, 29 de junio de 2009

Esos trazos rebeldes, inconformistas y críticos

Suplemento Aniversario 1993- 2010 (página 29), Diario UNO de Mendoza, 29 de junio de 2009

El caricaturista atrapa en su mano no sólo lápices y colores, sino también un tiempo, una época y sus personajes. Son los trazos viscerales que llegan de un juego donde la imaginación rapta, en forma de síntesis, un espíritu crítico e inconformista a la hora de ver el mundo. Son esas marcas, sombras, líneas que logran estampar mediante un giro estético de exageración, la metáfora que potencia los rasgos distintivos de los protagonistas o los hechos relevantes, a los que les otorgan la identidad política, pública, simbólica y trascendente.                                                                            La caricatura es tan antigua como la prensa misma, es el humor político que logró perpetuarse y muchas veces ser el único mensaje sobreviviente durante las censuras. Admirado y temido, punzante o sutil teje un diálogo cómplice entre el lector y el caricaturizado.                                                                                                     Estas ricas expresiones gráficas nacidas del retrato fueron muy populares desde el nacimiento de nuestra república y no sólo como una parte importante de los diarios sino también como eje central de cientos de publicaciones específicas, donde la caricatura y el humor fueron el vehículo para la confrontación de ideas y proyectos de país.                                                    
                                                       
Desde las pioneras como El Toro de Once, El Mosquito, DonQuijote pasando por La Cotorra, Antón Perulero, La farsa política,Caras y caretas, Tía Vicenta, Satiricón y Humor.
La caricatura despierta una sonrisa, por sarcasmo, ironía o satirización,pero en el fondo no deja de ser una posición de una mirada filosófica. Es en sí mismo; en ese dibujo, en esa simple y compleja intertextualidad hay mucho más que información, hay una opinión que les dejará el camino allanado a nuevas caricaturas
para que respondan.
En su esencia la caricatura apunta a la autoridad, al poder, da a conocer el debate. Es por naturaleza irreverente y polémica. Traspasa los límites (atributo que le otorga su raíz artística), desenmascara y pinta un tiempo y espacio de pujas e intereses.
Y serán esas orejas puntiagudas, voluptuosas papadas, afiladas uñas, cuerpos diminutos, ojos achinados, cejas infinitas, dentaduras prominentes, cabelleras desatadas, narices desplegadas, trajes fruncidos, arrebatados dedos índices, sonrisas sarcásticas, caballos quijotescos, espadas luminosas, mordazas apretadas, muros infranqueables, capas deshilachadas las nos dirán de quién se trata y lo que busca, lo que hizo, lo que piensa.
El caricaturista atrapa en sus manos lápices y colores, su tiempo y sus personajes; es un como un niño que juega y experimenta, un adolescente que dispara su rebeldía; es como un semidiós herido que estruja, manipula y vigoriza sus realidades.

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