Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 29 de febrero de 2004
Tanto países capitalistas como socialistas tienen en común la planificación deportiva.
Los éxitos en esta área son réditos políticos que muestran, entre otras cosas, la coyuntura y el poder educativo y cultural de las naciones. Los lineamientos, para llegar a las metas fijadas, son a largo plazo y se
estructuran no sólo a nivel nacional sino en cada una de las regiones, provincias, etcétera.
Sin dudas las competencias continentales y mundiales son el objetivo; y sobre todo los Juegos Olímpicos, el encuentro deportivo máximo.
Si nos preguntamos dónde estamos y quiénes somos, en Mendoza nos vemos favorecidos por la proyección y consolidación de varios deportistas gracias al esfuerzo de éstos, sus padres, sus clubes, federaciones, mecenas, y mercaderes.
Pero si en parte estamos y existimos no es por una política provincial y menos por una planificación de políticas deportivas.
Es triste reconocer y asegurar que la estructura deportiva del Estado provincial es una recurrente secuencia de vicios y negaciones, de ñoquis y proyectos truncos. Sobresalen los favores, los favoritismos, el descontrol y el despilfarro. Pasan los gobiernos, las gestiones y sobrevienen las promesas y algunos cambios de figuritas –como negando la continuidad del mismo signo político–, la creación de “áreas” y “programas” donde la constante es la enunciación de sueños y buenos deseos e intenciones, como la nulidad de concreciones.
En síntesis y tomando como punto de referencia el deporte federado y de alto rendimiento, lo que sobresale es la desinformación (ver nota página 25 de éste suplemento del 16 de febrero).
En Mendoza, donde se maneja un considerable presupuesto (y prometen más) no tienen constancia de los deportistas clasificados a los Juegos Olímpicos, o los que aún tienen chances, o los que concentran en el CENARD como parte de las selecciones nacionales.
Los funcionarios han abierto una lista para que se inscriban futuros becarios –la mayoría de los deportistas desconoce ésto– demostrando que no existen estrategias o planificación. Desde el organismo central deberían hacer un análisis, seguimiento y tener un programa para detectar talentos. Tiene que ser desde la Dirección de Deportes desde donde se determine prioridad de disciplinas, los presupuestos para las mismas, los torneos que apoyarán e infraestructura que asignarán. Pero para esto es necesario saber dónde queremos llegar, quiénes lo harán y cómo; aunque para eso es elemental saber dónde estamos y qué tenemos.
El atleta no sólo tiene obligaciones, también tiene derechos y debe tener una cobertura de servicios sociales, sanitarios y educativos. Los pocos que llegan a la elite internacional debieron hacer todo el proceso en soledad y hasta alejados de la tecnología y las ciencias deportivas, algo que la Dirección de Deportes también debe consolidar y lograr que lleguen a los atletas los especialistas que dicen tener, como médicos,
nutricionistas y profesores.
Administrar recursos del Estado lo hace cualquiera, pero de taquito, nuestros funcionarios.
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