domingo, 1 de agosto de 2004

Paradojas de la derrota

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 1 de agosto de 2004


Los pibes tocaban en un rincón, jugaban, la pisaban, dibujaban una mueca, una gambeta y un festejo anticipado, rescataban una esencia en desuso, transgredían la violenta realidad, pero…
La lógica, lo predeterminado, lo establecido mató a la magia. Defensor por delantero, físico por cerebro, Europa por Sudamérica, tecnicismo por creatividad y –¡oh!, bien valga la casualidad– en un minuto el resultado cambió y con ello se esfumó la gloria: el título ante un clásico y temido rival.
¿Al Loco lo asustó una locura que no le era propia y que no tiene explicación según el manual de usos y costumbres?
El que reinterpretaran la partitura preocupó al director, la individualidad resaltada de un par de músicos trastocó al director, que los acordes apuntaran al concierto y no a la obra obligó forzados cambios, que terminaron por prohibirle a quien dirige la batuta su consagración y estupidizó sus propias invocaciones.
Che, Bielsa, el fútbol no es una ciencia; qué tanto vale perderse en esas teorías blandas e inconexas. Se trata sólo de un juego. Y Tevez como D’Alessandro son la conciliación de un pueblo que nace con una pelota en los pies creando y justificando la negación y el ocultamiento de cientos de realidades, negando identidades, creando una identidad por lo menos futbolística.
Aglomeración atormentada de sensaciones donde una pirueta con el balón arrastra por momentos al impiadoso y omnipresente monstruo.
La síntesis del partido sentencia derrota (por penales). La historia marcará que fue “sobre la hora y jugando bien”. La experiencia, en cambio, proclama mas respeto por la utopía.
Vuelta recurrente, redundante Giremos la mira y apuntemos el caño a nuestra garganta. Otra vez, el ciclismo con más de lo mismo, entregado a su recurrente masoquismo: ofreciendo sus entrañas y con cara de asombro diciendo “¿doping?”.
Sí, el dopaje vuelve a atacar a nuestra desprestigiada Vuelta de Mendoza, y sigue aniquilando una de las disciplinas más sacrificadas y sostén de nuestra historia deportiva.
Cóctel de hipocresía y estupidez, personajes que optan por reglamentar el control antidopaje en un deporte semiprofesional y no hacen nada para evitarlo, y saben de antemano que habrá casos positivos.
Esos mismos que utilizan a los pedalistas como carteles con ruedas o instrumentos de propaganda política; son esos mismos que se jactaron de introducir la EPO –sustancia que aún no es detectada en los controles que se hacen en el país– como gran novedad en el empobrecido pelotón.
A estos pocos personajes, fantoches que desde distintos roles manipulan –y ejecutan– el ciclismo, no les importa entregar al impiadoso, necesario y obligado bombardeo periodístico a “sus” deportistas, sobre quienes sí caen el desprestigio, las sanciones y el manoseo.
Vía libre para los oradores en contra de las “sustancias prohibidas”, que en realidad riegan la dieta cotidiana y las recetas ordinarias. Tiempo de ficción donde la escena final sobrevalorada oculta un proceso, una historia de paradojas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario