Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 22 de noviembre de 2004
Pequeños egoístas, engreídos y soberbios conducen nuestro deporte. Ya es hora de que tomemos conciencia de nuestra intrascendencia deportiva, de buscar alianzas y uniones que nos permitan crecer en vez de abandonar a cada una de nuestras disciplinas a un ostracismo creciente, de círculos de desconfianza, internas y desaparición.
Nuestros equipos apenas si llegan a las etapas de ascenso, donde parecen quedarse a vivir por siempre, como en el fútbol: Godoy y San Martín ya no generan expectativas.
En el vóleibol volveremos a probar para intentar en un certamen que puede dejar un equipo local en la elite nacional, siempre con la amenaza de que por una razón u otra aborten el proyecto.
En el básquetbol, un deporte con historia y de gran convocatoria, parece que el único horizonte está para adentro; como en el hockey sobre patines, donde se extiende la brecha con los sanjuaninos.
Brecha aún más pronunciada en el ciclismo, que en otras épocas a esta altura convocaba multitudes.
Quizás marque la diferencia el hockey sobre césped, aunque la falta de una cancha de sintético de agua amenaza con relegar el potencial alcanzado, y el boxeo, que en cantidad y calidad vuelve a lo que supo tener hace 20 años.
Pero sin promotores ni calendario todo puede desvanecerse.
Volvamos a nuestras pequeñeces y egoísmos: ya se manifiestan los celos por la intención de que Mendoza sea sede del Mundial de rugby para menores de 21 años, cuya inversión significaría mejoras e implementos para 12 clubes.
Podríamos hace una lista casi infinita y entenderíamos el porqué de la falta de expectativas, de convocatorias, de referentes e ídolos. En una provincia tan grande no hay un autódromo con todas las comodidades, no hay un estadio único, no hay ideas, no hay inversión; sólo hay pequeñeces y egoísmos. Las víctimas son nuestro deporte y los deportistas, quienes ven cómo se truncan su trabajo y aspiraciones.