Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 13 de marzo de 2005
En los últimos años, en Mendoza, el boxeo crece geométricamente y esta intensificación de clubes y deportistas ha sobrepasado todas las estructuras. Se ha llegado a un punto de inflexión. En los barrios aparecen nuevos gimnasios y los ya consolidados ven saturadas sus instalaciones.
Las características de los gimnasios es la desolación de implementos; varios de ellos ni siquiera tienen techo. Los pibes deben compartir un par de guantes y guantines durante esa fracción del día, donde un técnico, quien trabaja ad honórem, intenta reconstruir una realidad en barrios difíciles.
El boxeo amateur mendocino ha logrado tener representantes en los últimos tres Juegos Olímpicos y constantemente hay uno en la selección nacional. Y el semillero se proyecta para seguir aportando figuras. Se ha triplicado la cantidad de profesionales (con varios campeones regionales) y en su mayoría se vienen consolidando con un palmarés positivo.
Pero el crecimiento del boxeo genera muchas contradicciones. Por un lado, los gimnasios y los clubes no logran constituirse societariamente y por ende no se proyectan ni fortalecen la federación, que desde hace mucho trabaja con las mismas personas, quienes cumplen las funciones de dirigentes, árbitros y jurados. De
los clubes no llega renovación ni refuerzos.
La cantidad de boxeadores exige más festivales y para éstos hacen falta más elementos y oficiales.
Con lo “poco” que hay, la federación local potencia el amateurismo, su función estatutaria, pero el profesionalismo, a cargo de promotores, no encuentra un calendario establecido que les de aire a los rentados.
El apoyo que necesita el boxeo debe llegar de esos que por un lado subestiman que el sector social lo practica pero por otro le sacan “réditos” a nivel amateur con medallas y representación internacional, como también en el profesionalismo, que aprovechan el rating televisivo y la popularidad que generan las figuras.
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