Diario UNO de Mendoza (página 19), 17 de abril de 2013
Los grilletes de las nuevas tecnologías se imponen. Control, consumismo y paranoia
Una aplicación para los teléfonos smartphones permite a los padres saber dónde están sus hijos. Obviamente con botón de pánico incluido. Se trata de algo más que otro producto en el abanico de la vorágine consumista, o una tendencia. Un GPS doméstico que seguramente pronto incorporará nuevos elementos con los cuales se puedan leer los sms y hasta escuchar las conversaciones de los pibes y pibas. Y, por qué no, hasta con “catalogador” de amistades del seguido en primera instancia.La paranoia, el control, la dominación. Cámaras en las oficinas para revistar paso a paso los movimientos de los empleados, el tercer ojo omnipresente manipulando los hilos de la culpa existencial, heredada, educada, impuesta y consolidada.
Domesticados y culposos asentimos y hasta festejamos los grilletes que ofrece el mercado como moda, como esa necesidad que siempre encuentra justificación con los mismos argumentos, pero remozados. De última nada asusta más que el eco del grito propio.
Pronto el chip pasará del celular a la cabeza (también lo comercializará una famosa multinacional asociada con algún laboratorio que avalará a cirujanos exprés especialistas en el tema), y ya no es ciencia ficción. Los japoneses ya descifraron el contenido de los sueños y obvio desde hace rato la ciencia (que no es para nada inocente) sigue buscando conocer en vivo y al instante los pensamientos, los deseos, los impulsos. Así, la mayoría de los cerebros por lo menos los activos terminarán justificando las leyes antiterroristas de los países avanzados, como el nuestro.
Criminalización. Seguimiento.
Siguiendo con el control, ahora en Mendoza y lejos del derecho constitucional, quieren –en la sesuda legislatura– limitar y regular aún más el derecho de huelga de los trabajadores estatales. Parece que muchos extrañan las normativas de hace pocas décadas, cuando directamente estaba prohibido –cuando no condenado– de las formas más brutales.
Obviamente que hablar de derechos, GPS, cámaras, tendencias y toda esa tecnología de vanguardia es un despropósito para quienes viven en los distritos alejados de Lavalle, por dar ejemplo, donde es casi imposible acceder a una ambulancia, a un médico, en síntesis a la salud, o sea a un derecho humano fundamental y constitucional; pero bueno, están lejos, muy lejos y sus quejas rara vez se sienten y según cómo se hagan sentir también podrían caer en la bolsa de los posibles terroristas.
Mientras tanto no hay GPS para las rutas del lavado, ni límites para el poder oficialista kirchnerista que quiere controlar a otro poder, el de las leyes (que no es lo mismo que justicia) con el lema de la “democratización” que sólo sirve para la caradura foto de los oportunistas que reviven ante cuanta posibilidad tienen la “unión democrática” para ver si rasguñan un carguito para hacer (o deshacer) lo mismo que sus rivales.
Van por todo y en el camino siguen perdiendo los alfileres con los que sostienen las banderas, y muchos de los aliados que las levantaban.
Moralinos y denunciantes de lengua fácil los radicales muestran la hilacha en la interna. Se acusan, contradicen y utilizan todos los métodos populistas y mafiosos que tanto les gusta endosar a sus contrincantes. Estos muchachos ya no cuidan ni las formas, eso de
clase, que ellos pregonan como clase.
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