Diario UNO de Mendoza (página 11), 11 de diciembre de 2013
Miedo, angustia e incertidumbre, tres buenos aliados para la
extorsión. Y si quienes extorsionan cuentan con el poder de las armas, el
chantaje se recrudece. Pego, hago que se peguen, dejo que se peguen, estimulo
la estampida “y así, luego, negocio”.
Y ante esto están las obviedades, las de que un ciudadano
común y corriente no puede andar armado, y que obviamente que entre ellos no
pueden organizarse y armarse para defenderse; y claro para eso está el Estado,
el que obvio –aunque se busque ocultarlo– no actúa ni defiende a todos por
igual. Ese Estado es la policía y tiene policías que tienen superiores que son
socios y amigos de los que administran el Estado, quienes tienen seguridad
privada.
Hubo y hay un reclamo, en algunos lados amotinados, en otros
acuartelados y en otros “movilizados”, obviamente que los policías están
organizados. Es obvio que operan al mismo tiempo con la prensa y con los
marginales, con los lúmpenes. Y así a los pocos minutos el caos, la noticia. “Y
así, luego, negocio”.
Reclaman. Unos van por un sueldo más alto, otros, por atrás,
por un ascenso, por la limpieza de un legajo, por ingresar al círculo selecto
de los amigos del Dignatario.
Y así, y mientras tanto se recrudece la violencia, los
violentados y la estigmatización, y en la corrida se confunde la avivada, el
robo, el atropello, con el hambre y la desesperanza, “y así, luego, negocio”.
Los policías exigen mejoras salariales, las misma que exigió
el docente Carlos Fuentealba, cortando una ruta, y murió a manos de la policía.
Y la lista de muertos por las fuerzas de seguridad sería casi infinita si se
enumeraran todos lo que exigían una suba salarial, mejoras laborales, trabajo,
comida o un mundo mejor; obvio, quién no recuerda aquellos ‘90 cuando esos
estatales, maestras y enfermeras corrían por la plaza Independencia esquivando
o sufriendo balas de goma.
Saqueos, cacerolazos y piquetes utilizados como sustantivos,
como adjetivos, como modus operandi, con protagonistas, necesidades y objetivos
antagónicos.
Victimarios disfrazados de víctimas liberando por las calles
la angustia, el miedo, la violencia, y las adhesiones de quienes también
reditúan con el caos para justificar más violencia, estigmatización y
persecución. “Y así, luego, negociamos”, y siempre ganan.
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