jueves, 5 de diciembre de 2013

Taxis, patovas, seguridad y esa ciudad cosmopolita y tradicional

Diario UNO de Mendoza (página 9), 4 de diciembre de 2013

La idea fue presentada, cuentan, y en unos días harán la prueba ante los interesados y otros. Buscan ir cerrando antes de fin de año varios problemas cotidianos y citadinos, pero de esos que los medios taladran y taladran, y se vuelven molestos, ya que siempre aparecen en horario central o en la tapa de los diarios.
Sí, el asesor ya hizo gran parte de los cálculos y ahora sólo le están buscando las “formas”, o sea, esas estrategias semánticas y pragmáticas, primero para poder presentarlas al público, y luego las políticas, que van de la mano, pero ya con fechas, actos y el contraataque para los opositores, que seguro van a decir que no o saldrán a detallar todos los aspectos negativos o en los que no fueron prendidos.
Vamos a la idea que estaría dando vuelta en una carpeta, por el cuarto piso. Se trata de dotar al taxi de varios valores agregados. Que se convierta en el símbolo de los nuevos tiempos. El eslogan, por lo que dio a entender el asesor y el hermano del primo del titular de la bancada que le presentó el asesor al mandatario, sería algo así como “el taxi mendocino: seguridad absoluta, estética, fuerza y fe”.
Resumamos el proyecto: además del blíndex le colocarán dos cámaras de seguridad y un GPS, y cada unidad llevaría tres patovicas, de los grandotes, de esos de los boliches, de esos muchachos estigmatizados por tantos esteroides y anabólicos, esos a los que les gusta florear músculos al mejor estilo del finado chocolatero, de esos que les es mas fácil hilvanar golpes que palabras.
Es sabido que con tanta gente dentro del taxi, y eso sin contar los pasajeros, se producirá allí mucho calor y sombras también, lo que podrá ser aprovechado para colgar del techo y colocar en los apoyabrazos algunas plantas arbustivas tropicales, así se da una imagen más cosmopolita de la ciudad, ya que es cierto que una palmera no entra.
Seguridad, fuerza y cosmopolitismo, sólo falta algo de tradición, de familia, un poco de valores. Para eso, y el encargado será el patova más joven, se colgará debajo del espejo retrovisor interno –y sin que lo tapen las macetas– un cuadro que recuerde las próximas fiestas religiosas y las escuelas públicas donde se harán importantes festejos (que incluye misas, sueltas de palomas y, obviamente, grandes imágenes de nuestro Francisco), puede ser también, aunque no será establecido como obligatorio, que el patova más veterano les lea a los pasajeros lo que dice el cuadro poniendo el anular derecho en el hombro del cliente.
Cuenta un conocido mitómano legislativo que esta idea, este proyecto, ya está casi aprobado. Para la presentación además de los funcionarios y empresarios de este sector del transporte, a los que les subsidiarán el GPS, las cámaras, el blíndex y los sueldos de los patovicas (que estarán fuera de todo registro legal, como ya sucede en la mayoría de los boliches), se realizará la invitación a operadores turísticos y a periodistas amigos, los que se llevarán como souvenir un pequeño taxi a escala. Ya están buscando un coche más grande que el corsita y un chofer escaso de calorías, proteínas y grasas, para que entre, ya que es cierto que hay poco lugar para el conductor y menos aún para algún pasajero, pero bueno, todo no se puede.

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