viernes, 29 de noviembre de 2013

La secta del Security Manager, las enfermeras y los camilleros

Diario UNO de Mendoza (página 10), 27 noviembre de 2013

Cuentan que en latitudes lejanas, en una ciudad triste y sucia; monótona y seca, de esas en donde sólo 20 milímetros de lluvia desencadenan una tragedia, investigadores estarían a punto de explicar los pormenores que guiaron y motivaron a la peligrosa y perversa secta que hace unas semanas desbarataron, y que venía operando desde hace décadas sobre esa ciudad.
Uno de los primeros y principales detenidos dentro de esa organización clandestina es un Security Manager, quien obviamente se desempeñaba como seguridad, en un centro de atención médica, uno de lugares elegidos para sus maniobras.
La línea investigativa había descubierto que la secta tenía como objetivo fundacional desprestigiar, desvirtuar y desvalorizar a los emprendimientos privados relacionados con hospitales, clínicas y a instituciones relacionadas con éstos.
Al irse conociendo los integrantes de “la secta” descubrieron que además de algunos segurities había camilleros, enfermeras y enfermeros, algún abogado, prenseros, y sobre todo muchos administrativos, de “esos que les encanta ser los primeros en recibir la voz entrecortada de quienes ingresan desesperados a esos lugares” (textual de expediente), que por suerte y por tratarse de otra cultura en nada se parecen a los de Mendoza.
En la documentación hallada en el lugar advirtieron folletos que alentaban y adiestraban a los integrantes de la secta a un proceso de selección de los clientes (en ese lugar hace años que ya no los llaman pacientes), los cuales sobre todo tenían que tener alguna de las tres aseguradoras médicas (obras sociales o mutuales les decimos acá) que recibían, o demostrar ingresos para costear la internación, operación, tratamientos, medicación y todo lo que hiciera falta luego de que cruzaban la puerta de ingreso. Obviamente que quienes no dieran con el perfil mínimo debían ser rápidamente expulsados y de ser posible humillados públicamente.
El perito especializado también logró descubrir cómo, si es que el cliente podía pagar, los administrativos forzaban de inmediato estudios innecesarios, lentos y complejos. Los cuales se realizaban, la mayoría en el mismo lugar o en My Brother Clinical Studies.
Ante el descubrimiento, los médicos dueños y socios de las clínicas y hospitales privados cuestionados pusieron el grito en el cielo, llamaron a conferencia de prensa y contrataron a los mejores abogados para llevar a juicio y encarcelar “a todos los miembros de la organización secreta y criminal”.
Los médicos habían advertido que la actitud y propaganda de los empleados suyos les habían puesto sobre el tapete el juramento hipocrático, la ética médica, y la contable; pero lo más extraño es que los integrantes de la secta seguían siendo unos pobres asalariados cuyo mayor logro dentro de la secta había sido enriquecer a los socios, a los miembros de los directorios; de tal forma que también la misma secta tenía operadores de prensa y publicistas para mejorar la imagen de esos médicos.
Si bien avanza la investigación, los reconocidos referentes de las clínicas siguen consternados, aún no pueden entender cómo fue que compartieron tantos años con empleados tan perversos, no pueden creer que enriquecerlos haya sido una de las formas de operar para ocultarles la realidad.

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