Diario UNO de Mendoza (página 10), 27 noviembre de 2013
Cuentan que en latitudes lejanas, en una ciudad triste y
sucia; monótona y seca, de esas en donde sólo 20 milímetros de
lluvia desencadenan una tragedia, investigadores estarían a punto de explicar
los pormenores que guiaron y motivaron a la peligrosa y perversa secta que hace
unas semanas desbarataron, y que venía operando desde hace décadas sobre esa
ciudad.
Uno de los primeros y principales detenidos dentro de esa
organización clandestina es un Security Manager, quien obviamente se
desempeñaba como seguridad, en un centro de atención médica, uno de lugares
elegidos para sus maniobras.
La línea investigativa había descubierto que la secta tenía
como objetivo fundacional desprestigiar, desvirtuar y desvalorizar a los
emprendimientos privados relacionados con hospitales, clínicas y a
instituciones relacionadas con éstos.
En la documentación hallada en el lugar advirtieron folletos
que alentaban y adiestraban a los integrantes de la secta a un proceso de
selección de los clientes (en ese lugar hace años que ya no los llaman
pacientes), los cuales sobre todo tenían que tener alguna de las tres
aseguradoras médicas (obras sociales o mutuales les decimos acá) que recibían,
o demostrar ingresos para costear la internación, operación, tratamientos,
medicación y todo lo que hiciera falta luego de que cruzaban la puerta de
ingreso. Obviamente que quienes no dieran con el perfil mínimo debían ser
rápidamente expulsados y de ser posible humillados públicamente.
El perito especializado también logró descubrir cómo, si es
que el cliente podía pagar, los administrativos forzaban de inmediato estudios
innecesarios, lentos y complejos. Los cuales se realizaban, la mayoría en el
mismo lugar o en My Brother Clinical Studies.
Ante el descubrimiento, los médicos dueños y socios de las
clínicas y hospitales privados cuestionados pusieron el grito en el cielo,
llamaron a conferencia de prensa y contrataron a los mejores abogados para
llevar a juicio y encarcelar “a todos los miembros de la organización secreta y
criminal”.
Los médicos habían advertido que la actitud y propaganda de
los empleados suyos les habían puesto sobre el tapete el juramento hipocrático,
la ética médica, y la contable; pero lo más extraño es que los integrantes de
la secta seguían siendo unos pobres asalariados cuyo mayor logro dentro de la
secta había sido enriquecer a los socios, a los miembros de los directorios; de
tal forma que también la misma secta tenía operadores de prensa y publicistas para
mejorar la imagen de esos médicos.
Si bien avanza la investigación, los reconocidos referentes
de las clínicas siguen consternados, aún no pueden entender cómo fue que
compartieron tantos años con empleados tan perversos, no pueden creer que
enriquecerlos haya sido una de las formas de operar para ocultarles la realidad.
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