jueves, 8 de enero de 2015

Caciques desdobladores o cómo cuidar la quintita ante la tormenta

Diario UNO de Mendoza (página 8), 7 de enero de 2015

Cuidar la quintita es algo que saben los territoriales, sobre todo en sus territorios, esos en los que reinan sobre los límites mínimos de la geografía política. Se trata de esa expresión en la que algunos rasgos personales que el mismo personaje caricaturiza se imponen sobre lo ideológico, lo económico y la misma gestión para que los analistas y la prensa les otorguen el mote de caciques, el que bien representan a los ejemplos de las teorías políticas que abordan el caciquismo como fenómeno con todas su variantes clientelares y extorsivas. Obviamente que hablamos de los intendentes.
Ante la crisis partidaria que arrasa a los históricos partidos gobernantes y cogobernantes, a todos los que tienen algo que cuidar, la estrategia es salir a cuidarlo a costa de lo que sea y la mínima expresión (máxima en su conjunto a la hora de movilizar el aparato), que se convierte en un todo innegociable, son las comunas, esas en las que algunos se enquistan o solo ceden el poder a un familiar y hacen del poder un botín que les da poder con solo mostrar lo conquistado.
Preocupados, prefieren que la dinámica comience por casa, movilizar todo el poderío sin los riesgos de ser arrastrados por la provincialización o nacionalización o polarización del mercado electoral. Por lo tanto, la idea es desdoblar, lo que tampoco les garantiza un triunfo.
Ante las dudas y los riesgos, estos caciques jefes comunales, que buscan la reelección o van por límites más amplios, comienzan a buscar nuevos aliados a pensar en listas espejos, colectoras o ser parte de la papeleta de algún contrincante que también se arriesgará a repartir la torta. Todo está listo para armar la tropa, los soldados –por necesidad, miedo o algún premio– están listos para desequilibrar el número de sobres en las urnas.

Justicialistas, radicales y demócratas desdoblan. Todos desdoblan todos salen a cuidar la quintita, luego verán la gobernación o la presidencia. Es más, se negociará con el pequeño botín obtenido. La diferencia entre los desdobladores está sólo en quién banca las campañas, si el Estado o privados, si sale del presupuesto oficial o del bolsillo de quien los necesita para que ejecuten sus necesidades, del bolsillo de quien no puede justificar ese dinero.
Mientras tanto, los desdobladores del PJ le pegan a quien los representará como candidato a presidente y subestiman a quien los representa como gobernador, los desdobladores radicales se escabullen de sus candidatos nacionales y coquetean con otros que sí se proyectan en las encuestas, pero no tienen caciques por todo el país que movilicen el aparto.
Y así el cacique o intendente o jefe comunal sigue firmando contratos, nombrando amigos, rubricando licitaciones y abrazando la esperanza de eternizarse en el sillón principal de su comuna

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