Diario UNO de Mendoza (página 12) 28 de octubre de 2015
Otra señal la aportó el mismo Daniel Scioli cuando en el Luna Park salió temprano a festejar sin festejos, guardando los sanguchitos, los cantantes y las señoras de la farándula. Allí gritando “ganamos” fue el primero que lanzó la campaña con un acalorado discurso que lo vaya alejando del rival a vencer, y tomó prestadas las consignas que combaten a esos ’90 que lo catapultaron en la elite política, en los jugos del poder.
Pero las señales que no dieron ni bocas de urna, y otra vez menos aún las encuestas, sí las dieron unos días antes los popes del sindicalismo argentino, quienes olieron el huracán y comenzaron a prepararse, a rearmase, a sumar pertrechos ya que la fórmula es sencilla: mientras más débiles y divididos a la hora de negociar, menos premios y vueltos pueden rasguñar. Los “gordos”, los históricos y perennes burócratas decidieron reunirse, buscar la reunificación. Ya veían que no podían sostener a sus Barones del Conurbano y del sistema clientelar, y que era tiempo de revertir la migración al massismo. A Scioli hay que ofrecerle la tropa antes de que ningunee, y a Macri hay que mostrársela, luego –saben ellos por experiencia– negociarán empresas tercerizadas en tiempos de desguace del Estado, nada nuevo y muy rentable si es que los rojos no meten sus narices.