jueves, 1 de octubre de 2015

Cobos, un mendocino de ley, del Liceo y de propiedades devaluadas


Diario UNO de Mendoza (página 10), 30 de setiembre de 2015


Julio Cobos tiene la habilidad de pasar desapercibido, de no decir nada, de estar con todos, de ser un tránsfuga luego repatriado para convertirse en un referente de lo prestado. Cobos parece haber borrado su pasado de gobernador y seguir enarbolando las banderas con las que hizo caer la 125 más allá de que comparta frente con el autor del texto, y ahora algunos referentes ruralistas que lo “idealizaron”, se prueben traje de seguidor sciolista ante los sondeos que parecen no tener vuelta atrás.
Cobos, quien uno de sus funcionarios hoy está en el banquillo por crímenes de lesa humanidad, Cobos, al que no se lo ve en una marcha en defensa de derechos humanos, si fue, la semana pasada, el primero en mostrar su preocupación por la señalización del Liceo Militar como centro clandestino de detención y tortura durante la última dictadura, y así se sumó a la “preocupación” de los padres, y alimentó a los buitres, algunos de cuales mostraron su lado golpista y hasta hubo uno que públicamente se quejó ante los medios porque “deberían haber sido más los desaparecidos” (y de paso, amenazó de muerte a un periodista). Obviamente que lo que se señaliza es la institución que participó en el genocidio, como lo fueron también el ex Palacio Policial y el Hospital Militar. Es reconocer la dolorosas historia presente para que no se repita, no es “estigmatizar a los alumnos actuales”, como argumenta con total demagogia el futuro senador. Hace unos años, con cierta sutileza, Julio Cleto ya había esgrimido la teoría de los dos demonios en el libro Cuidado con Cobos, de Javier Polvani y Analía Boggia. Pero bueno, un “mendocino de ley” es del Liceo, y así lo evidencian el pasado escolar de los gobernadores de esta provincia.
Cobos es un tipo suertudo. Por estos días salió a la luz la declaración jurada de los candidatos a cargos nacionales, lo que mostró lo habilidosos (chistosos) que son a la hora de ponerles un valor a sus propiedades y el que se salvó de todo reproche fue el radical, quien también –como el resto de los colegas– cotizó sus casas a precio de los ’80.

Es un “tipo tranquilo”, es “gente como uno”, “no se mete con nadie”, dicen los mismos que lo votarán y que alguna vez despotricaron contra su gobernación. Es indudable que el ingeniero representa a esa mendocinidad que muchos llaman “tradición”,  esa misma con la que también los jueces de la Suprema Corte argumentan a favor de los actos religiosos en las escuelas públicas. Cobos está salvado y escudado, y para eso su estrategia es seguir mirando con un asombro sobreactuado las incansables e infinitas tropelías del Gobierno nacional, como también las del partido gobernante en Mendoza, y ahora seguro que también lo debe hacer con el partido de su candidato a Presidente, donde ya no ocultan que también son aficionados a la corrupción.
Más allá de todo, hay Cobos para rato. Tendrá un lugar donde llegan las luces de los escenarios importantes y no tendrá que andar peleando por viejas deudas, por leyes locales para más deudas, por aumentos incumplidos, por despidos y todas esas cosas que sufrirán esos correligionarios que tanto lo destrataron.

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