Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 2 de mayo de 2004
Juzgado, sojuzgado, perseguido y conquistado. Huye ese dios y demonio, tan cerca de sus tantos y tan lejos de su intimidad.
¿Qué se ha hecho de ese hombre?: se lo ha desmembrado. Gentíos ven en él la identidad, la imagen de un salvador mundano alcanzable y único. Otros saben que esos gentíos consumen, creen, sueñan y hasta se cuelgan una imagen santa cuya figura no deja de ser un sponsor.
Lo enfermaron, lo humillaron, lo endiosaron y lo volvieron a humillar, a enfermar. Se sigue escapando con menos fuerzas y cayendo en viejas redes.
Maradona, ¿qué te han hecho? Te exigen ser profeta y mandan ejércitos inquisidores en tu contra. Te obligan a ser modelo y se regocijan con tus nobles contradicciones. Te piden que te salves mientras licitan la firma para tu epitafio.
A Maradona, el Pelusa que quiso jugar y jugó, regocijó y también ganó, le llegó su condena disfrazada, embellecida, pero larga, tortuosa, eterna.
Opinólogos, hipócritas prejuiciosos tan cerca del narco y testaferros de la moral han embargado tu Ser, tu ahora, te siguen apresando y ese exilio que corre por tus venas, ese que encontrás en forma desesperada te mata. Te matan.
Estás incomprendido también por esa corte rapiñera de aduladores celosos y envidiosos. No les conviene y te fuerzan a recurrir y vitorean cuando te das la espalda.
Dejen en paz a ese hombre que fue genio y mago con una pelota, no chupen más su forzada y expuesta sangre. Dejen que ese hombre sencillo y solidario se reencuentre, se reconstruya, que respire su aire y que le lleguen sus vientos.
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