Diario UNO de Mendoza (página 12), 4 de abril de 2012
La situación que viven alumnos de San Carlos en su ingreso a
la universidad
abre otra vez el debate
La semana pasada, la estigmatización –una de cuantas– tomó
cuerpo en otra de las tantas noticias y merodeó sobre los sancarlinos. El 90%
fracasa en la universidad, marcaba el número duro de la información, que además
de hacer hincapié en lo regional ponía la mira en la educación.
Fracaso y frustración, dos categorías simplistas y para nada
exclusivas de los sancarlinos. Palabras caprichosas y poco inocentes que
señalan y victimizan.
Obviamente que ante estas “noticias” se abre la discusión
sobre los contenidos, las currículas, la desvinculación (y choque) entre los
niveles educativos; se debate sobre todos esos años de Estado ausente, sobre la
falta de programas de capacitación y actualización para el personal educador,
los sueldos docentes, las escuelas, comedores y guarderías por sobre su función
educativa, y la lista sigue para la discusión.
Pero hay algo sólido, con fuerte base, que se alza sobre los
argumentos parciales. Todo esta estructurado, ordenado y ejecutado, pero se lo
cubre de velos: el sistema educativo es expulsivo, está construido en una
pirámide para que le sea funcional al sistema económico, más allá de las
contradicciones políticas que se enmascaran en algunos discursos de gestión,
que hipócritas o ahogados en la vergüenza buscan culpables en la misma
maquinaria que alimentan a diario.