Diario UNO de Mendoza (página 12), 19 junio de 2013
Es el espacio en el que fluyen sentimientos, sensaciones y los pensamientos más primarios. Complejo
Hay una meta, hay donde depositar el argumento del héroe, la heroína, la víctima o lo que sea que se construya alrededor del protagonista subyacente en un estado de ensoñación. Y ese espacio son las redes sociales. Es ahí donde se pueden volcar los sentimientos, las sensaciones y los pensamientos más primarios y limitados. La catarsis allí no tiene corsé. Es un decoroso envase en el que el producto no necesita ser elaborado. Es el espacio donde se abre la puerta para que todos y cada uno se sienta importante y único, que crea que lo que pasa o escribe lo hace trascendente. Y es así como en Facebook o Twitter, entre los más populares, se trillan comentarios como “me voy a cenar”, “me duele la cabeza”, “esta noche nos juntamos”, “me están matando las hemorroides”, “tengo sueño”, “estoy repulgando empanadas” o estupideces de ese tipo.Las redes sociales con un buen alimento para la esquizofrenia, para la simplista verborragia compulsiva, son nuestro lugar de encuentro. En ellas el sentido se adquiere por pertenencia frente a la autorreferencia. No tienen filtro y así reproducimos en ellas una cloaca que desagota cloacas en otra gran cloaca.
Y así fue como un día, una virreina de la Vendimia comunal escribió: “Que la maten a la hdp jajajaja”, respondiéndole a un amigo que escribía: “Pasan los aplaudidores por mi laburo para sobarle el lomo a la yegua de la presidenta…”. Por el exabrupto la posadolescente terminó expulsada –tras la decisión de los sabios e impolutos funcionarios– de su cetro que también incluía el de embajadora del Malbec. Con
razón, desde los pasillos oficiales le reclamaron la burrada de desearle el muerte a alguien.
También le criticaron la falta de conciencia de género y festejar que trataran de yegua a la Presidenta, una muletilla muy de moda en la jerga del gorilismo nacional. La piba se zafó o sólo reprodujo parte de la cloaca que fluye en las redes sociales, tan humanas, demasiados humanas. La disculpa posterior sirvió de poco y perdió los atributos que le otorga el concurso de belleza provincial, ese que verdaderamente va en contra de la conciencia de género y que cosifica a la mujer, poniéndola como el adorno o el fetiche de la provincia, del político de turno, del sistema de explotación, ícono de estar tierras.
Las redes sociales son primicia, allí se anticipan noticias y así ayer la Presidenta adelantó por Twitter (lugar por donde ya había presentado a sus mascotas en Olivos) cómo el feudalismo judicial se encargaba desde la Corte de frenar otra ley de los “representantes del pueblo” para asegurarse varias generaciones más de “los suyos” para decidir hacia dónde torcer la balanza.
Hay estudios, difundidos por las redes sociales, que certifican que estas son adictivas. Y los compulsivos en estos espacios virtuales están sedientos de “amigos”, de “seguidores”, de gente que no conocen para saludarlos en sus cumpleaños. Y para conseguir adherentes recomiendan: “Escribí cualquier wuevada, que es lo que más gusta”.
También está la tendencia a que son un nuevo espacio para hacer política, para robar información o hacer espionaje.
Bueno, la columna está llegando a su fin. Es hora de revisar Facebook, donde seguro irá a parar en unos días esta secuencia de párrafos.
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