jueves, 4 de julio de 2013

Tolerancia cero, una consigna facilista

Diario UNO de Mendoza (página 12), 3 de julio de 2013
Es uno de los elementos del pensamiento único 
para no buscar el problema de fondo
Otra vez con la “tolerancia cero”. Insisten, se copian. El leitmotiv, la consigna trillada en las últimas campañas, la de la mayoría de los candidatos y de los que ahora buscan un lugar en el Congreso.
Otra vez la tolerancia cero esgrimida por los mismos que consolidan la tolerancia uno, la tolerancia dos, la tolerancia tres, la tolerancia a medias. Los que interpretan y reinterpretan la ley para hacerla, someterla y aggiornarla a las necesidades del momento: la de la caja, la de las urnas, la de la devolución de favores, la de no perder los privilegios del poder.
Vale, vamos con la tolerancia cero y que sea para los funcionarios que no presentan sus declaraciones juradas, o los que no tienen la forma de justificar sus ingresos, que sea para los que no cumplen con el contrato que establecen con los votantes a través de las promesas proselitistas, que sea para los que nombran ñoquis o mantienen organizaciones mafiosas con punteros-barrabravas, que sea para los que se guardan el “diezmo”, la “cometa” en cada licitación, para los que financian sus campañas con dinero narco o de empresas donde prolifera el trabajo esclavo e infantil, para los que despilfarran y malgastan la recaudación de los Estados.
La consigna tolerancia cero se basa, y arranca, en la estigmatización de un sujeto social abstracto muy parecido a todo lo condenable e imperdonable que el sentido común ya tiene asimilado, para lo que la tolerancia cero (como hecho fáctico o simple proclama) tiene su relato bien trabajado, estudiado y reproducido por el pensamiento único y las tiranías que lo ejecutan con sus aliados.
Fue, es y será una forma de desviar el reclamo y las miradas, de encontrar los chivos expiatorios.

La facilista consigna tolerancia cero es una forma de no buscar el problema de fondo y menos, de resolverlo. Es más: es lo más efectivo para no hablar de ello y condenar a quienes muestran las profundas grietas del sistema que siempre condena a los mismos, a esos a los que sí les cae la tolerancia cero.
En las últimas décadas un sector político argentino importó de Europa y Estados Unidos esta tendencia a las nuevas formas propagandísticas de “tolerancia cero”, la que le sirvió a varios personajes (muchos de ellos hoy juzgados por casos de soborno o pedofilia) a dar el salto y la coronación en los puestos claves de la política.
Ya en el país algunos lograron sacarle tajada y ahora en Mendoza casi ninguno quiere estar lejos de este discurso, que por cada logro de intolerancia se libera un nuevo y rentable territorio de sobretolarancia, solo falta recorrer los casos puntuales y sus ocultas consecuencias.

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