miércoles, 26 de febrero de 2014

Esas tormentas que atormentan nuestra mendocinidad

Diario UNO de Mendoza (página 10) 26 de febrero de 2014

Secuelas, consecuencias y el “parece que ya se va a despejar”. Pero en el horizonte se asoma más de lo mismo. Todo nos pasa sin que nos pase, sobre todo esto que no tiene lugar en nuestros tiempos y espacios. Moja, incomoda, alerta, transforma.
Y así, una vez más, el paraguas no funciona. Un vidrio que se empaña y la noche se apresura.
Tiempo de filtraciones esa lógica donde una materia más pesada ocupa el lugar de una más liviana y la desaloja.
Claro, las grietas estaban y ya eran grietas, aunque sólo reciban su reconocimiento cuando son ocupadas, atravesadas, vencidas. Transcienden en su derrota.
Lo pandito se pone en duda y también en jaque. De charcos a baches. Los pozos también estaban, sólo los despejó la correntada. Agua que se lleva la excusa, la cáscara, de una licitación.
Y esa correntada hacia el Este es río que deja de ser seco, es pendiente, es gravedad. Es arrastre. Es un finito que se extiende, por un rato. Y el polvo y el brillo de las piedras esperan.
Y los bichos también. Se trata de esos insectos, gérmenes y hongos que salen de sus guaridas, se reproducen e incomodan gargantas, macetas y racimos. Bichos a la espera de un químico que les obligue la retirada o del triunfo sobre el humedal conquistado.

miércoles, 12 de febrero de 2014

De lo ilógico a la desidia, de los mitos al morbo, tras la tragedia

Diario UNO de Mendoza (página 17), 12 de febrero de 2014

Quién se podría imaginar un camión a contramano en una autopista. Un camión cargado que avanzó más de 10 kilómetros sobre la lógica, sobre las señales, sobre las convenciones viales, sobre el 911, sobre la desidia de la policía. Tragedia. Muertes, heridos, quemados, búsquedas, llantos. Y los mismos de la desidia ahora en la tarea de investigar, de reconocer cuerpos. También la tragedia trajo sus mitos y sus leyendas, como si hiciera falta reforzar todas las aristas sensibles de una tragedia.
El esqueleto del colectivo incendiado en la vera de la ruta, unas flores y la procesión turística de la desgracia. Hasta ayer que retiraron los hierros retorcidos, muchas familias incorporaron en su itinerario una visita al lugar de la tragedia y así salieron a buscar un recuerdo entre las cenizas, a alzarse en lo posible con un souvenir del sufrimiento, “alguna cosita, vio, pobre gente esta”, llevarse un testimonio de lo que fue angustia.
El camionero brasileño que emprendió enfermo o borracho o drogado o suicida o robado resultó ser un tipo muy sociable. En su último día estuvo en cientos de lugares compartiendo tragos, peleas, charlas y discusiones. Son miles los mendocinos que lo conocían y tienen algo que recordar y acotar sobre el tipo para entender el porqué de lo que sucedió. Sobran comentarios de lo que “no se cuenta” del accidente, de los que no figuran en la lista de pasajeros, que se salvaron pero andan perdidos por San Martín “como sonámbulos”. También están los que detallan cómo vehículos y ambulancias que llegaban a socorrer atropellaban a los accidentados. El viernes el flujo vehicular en la ruta fue inusual, son cientos de miles los que relatan cómo se salvaron de ser embestidos por el camión.


miércoles, 5 de febrero de 2014

El Parque, donde se muestra y esconde toda la mendocinidad

Diario UNO de Mendoza (página 10), 5 de febrero de 2014

 Una gran parte de la mendocinidad tiene su cocción de realización en el Parque, y también allí se potencia a sí misma, es un punto para realzar esa identidad de eso tan confuso y contradictorio que es la mendocinidad.
El parque General San Martín es ese lugar que alguna vez fue el lejano oeste, una serie de cerros y piedras, un poco de flora nativa y un impensado negocio inmobiliario, y que ahora se resiste a ser un basurero. Nació con visión “futurista”, como una idea urbanística, política y cultural, y así se expandió, creció y también se avejenta.
No es sólo un paseo. En el Parque, algunas de sus calles son avenidas que unen barridas y puntos estratégicos de la ciudad. Otras son pequeñas pistas para picadas. También están las calzadas donde los niños dan sus primeros pedaleos sin rueditas, donde patinan y corren adolescentes y adultos esquivando los titubeantes vehículos conducidos por quienes aspiran a la condición de conductores, porque ahí mismo y entre  trotadores, ciclistas y patinadores zigzaguean los motores de la industria que enseña a diferenciar acelerador de freno para un posterior carnet.