martes, 21 de octubre de 2014

Ese abogado de los pasillos al que el juez le halaga los mocasines


Diario UNO de Mendoza (página 8), 8 de octubre de 2014

Van, vienen, no se detienen. Saben de esos pasillos que construyen los muros, las sombras, las palabras. Interpretan, dictan, sentencian. Artesanos de la impunidad. Abonados a esa parte de la tradición
mundana y citadina, por lo menos en días hábiles, esos en los que se visten con los modales que nunca pasan de moda.

-Hola, vengo de la subsecretaría, me dijeron que hablara con el abogado de los mocasines.
-¿Pero quién lo manda?
-Me dijo que no la nombre, usted debe entender, creo que es la mujer de él ¿Está?
-Mire. Acá trabajan varios abogados. ¿Quién es la mujer, por qué tema es?
-Es abogada también, y me dijo que acá el abogado de mocasines me iba a solucionar el problema. Que era preferible que el caso lo tomara él, así no se perdía, y me dio este sobre con copias de mi legajo y otras cosas para que se lo entregue.
-Mire ese abogado ahora está en la Municipalidad, llega más tarde, pero está uno de sus socios si quiere…
-No… Me dijo la abogada de la subsecretaría que el socio de él le lleva la causa a la empresa con la que tengo el litigio. Que lo mejor es que lo mío lo lleve el de los mocasines, su marido, creo.
-Bueno pero ahora está en una reunión con el intendente, seguro que se demora.
-Si ya me imagino con quien, si ese intendente es el dueño de la empresa con la que tengo el problema. Está bien, lo espero.

El tipo fue y se sentó en un cómodo sillón, se agachó se ajustó los cordones de los botines punta de hierro y esperó con la mirada perdida en un pasillo ciego, el que seguro conduce a amplios despachos.
Al parecer la abogada de la subsecretaría tiene ambiciones políticas, quiere ser subsecretaria, y para eso no debe enfrentarse a quien puede darle el guiño y la mano para dar el salto, en la próxima gestión, o en la otra. Es la misma abogada de la subsecretaría la que maneja el expediente del tipo, el que tiene litigio y está esperado el sonido del abrir de una puerta, y nada mejor que su marido para tener esos papeles, llevar esa causa y cazar ese porcentaje de lo que se presenta como un juicio fácil y suculento.
La pregunta es quién ganará. El porcentaje lo tiene asegurado el dueño del sillón y no quien espera sobre él. La otra pregunta es quién pagará, y cómo.
El hombre de los mocasines conoce de pasillos, de escaleras y ascensores. Nunca pierde más allá del resultado.

-Disculpe señor, me llamó el doctor, ese que usted le dice el abogado de los mocasines y me dijo que me deje los papeles, que se quede tranquilo que ya habló con la doctora (la abogada de la subsecretaría) y que lo estará llamando cuando avance con la causa.
-Pero preferiría hablar con él.
-No, no vuelve, a esta hora ya se va al club.

En el club se junta, como lo hace desde hace años, tres veces a la semana, con el subsecretario, con el secretario general del sindicato, con el intendente y con el juez, quien siempre le halaga los mocasines.
Al club se llega evitando los obstáculos que interfieren los pasillos que conducen al lugar indicado, pero que no está señalado.

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