Diario UNO de Mendoza (página 8), 4 de marzo de 2015
La mendocinidad atraviesa su meridiano por estos días. Vendimia que cubre todo. Vendimia que se sintetiza en un concurso de belleza para justificar un sinfín de actividades económicas, culturales y sobre todo, políticas. Vendimia para el lobby, Vendimia para pocos.
Anoche fue el turno del Baile de las Reinas, una triste puesta escénica, misógina y decadente, donde los intendentes en actitud de monarcas sacan a bailar a la soberana de su principiado, la muestran y la “subastan” entre funcionarios e invitados. La cosificación materializada en promesas de votos y estos, en capital simbólico para el cacique que administra el terruño donde también vive la piba víctima del cuento de princesas de la mendocinidad.
La Vendimia oficial ya había arrancado el domingo con otra escenificación, también lejana a lo republicano: la religiosa. El Estado de rodillas solventando “la bendición de los frutos”, el Estado laico propagando y sosteniendo supersticiones y prácticas medievales. Esa fiesta del agua bendita lejana a los trabajadores de la tierra, a los obreros de las bodegas, también comenzó mostrando y cosificando, paseando por el beatífico escenario a las 18 reinas comunales, y así también se “agitaba” el concurso de belleza que se desarrollará unos días después, ese que el sábado terminará coronando casi 80 años de continuidad.
Anoche fue el turno del Baile de la Reinas, y esta noche será el turno de la Fiesta de la Cosecha, allí se vuelve a mostrar a las soberanas, quienes juegan con los invitados VIP a vendimiar. Llenan unos canastos con uvas y luego todos escuchan música clásica (y a Pedro Aznar). El lobby sigue presente, pero un poco más “glamoroso”. Para este acto del calendario oficial, los asistentes han canjeado las entradas por alimentos no perecederos para que sea el Estado el que haga caridad, algo que hace sentir bien a los mendocinos de bien de la mendocinidad.
El viernes es la Vía Blanca y la calle es la que toma protagonismo. Cada monarca compite para ver quién le pone más color al carromato que pasea a su candidata.