Mendoza no siguió la lógica nacional, o por lo menos los números no coincidieron con la media que redundaron en los grandes centros urbanos. La mendocinidad mostró matices a la hora de votar y elegir. Estas tierras ya impone, desde hace rato, sus propias tendencias, y eso quedó evidenciado el domingo, o el lunes a la madrugada cuando comenzaron a dar los resultados de las primarias abiertas.
Vemos como el innovador justicialismo local, el que fue el primero en despegarse del Frente Para la Victoria, por lo menos de los colores, discursos, referentes y del calendario electoral aunque no del nombre, no lograron ni el arrastre. Más allá de que buscaron “mostrarse” juntos como buenos peronistas, los aún dueños del Estado local siguen en baja, perdiendo terreno, cediendo y cosechando tanta incertidumbre interna, como desprestigio externo.
También quedó en claro que la supervivencia en el país del radicalismo está por acá. Mientras a nivel nacional firmaron su desaparición tras la rendición y obediencia hacia el neoliberalismo de Mauricio Macri, el partido de Alem e Irigoyen logra ser en Mendoza la cabeza de león para aglutinar al amplio espectro conservador, y así además de ser los más votados, apuntalan a su última y resistida figura, Julio Cobos. Por primera vez no habrá un radical en una elección presidencial, lo que seguramente llevará a una guerra intestina.
Pero el que dio la nota, la sorpresa, y el batacazo en Mendoza fue el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Por primera vez el frente único, el de los troskos, apostó a las PASO para dirimir por fuera del mar de chicanas y supuestos, y así fue que el joven Nicolás del Caño se convirtió en el candidato a presidente por sobre el legendario Jorge Altamira, y fue gracias al caudal de votos que aportó Mendoza. Fueron tantos y tanta la diferencia del PTS sobre el PO-IS que doblegaron esa lógica que supuestamente marcaba la Ciudad Autónoma y sobre todo la provincia de Buenos Aires. En síntesis, el FIT ya no es una secta en Mendoza y eso se notó al torcer la tendencia nacional.
A pesar de la máxima tensión que no se oculta dentro del FIT, el sostenido crecimiento viene por el empuje que desde afuera le dan al espacio rojo en el abanico electoral, y también por el posicionamiento dentro los espacios gremiales que le van ganando al peronismo. El fenómeno del trotskismo en la argentina despabila a más de un analista internacional del marxismo.
Las urnas por estas tierras cordilleranas que tienen un padrón electoral de 1,3 millones de personas sentenció a Progresistas, la alianza nacional de Margarita Stolbizer, que no seguirá en carrera con representación mendocina al congreso; el sector socialdemócrata no logró posicionarse, no llegó al 1,5% ya que muchos de sus electores votaron por el FIT, y otros por sus socios locales, el radicalismo.
Y así también sorprendió el massismo, quien sin referentes locales convenció a más del 10% y se convierte en un imán atractivo para los aventureros de la política que acostumbrados a los transbordos saben cómo llegar a la próxima parada.
Se vienen las elecciones generales, para sentenciar nuevas víctimas.
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