lunes, 25 de abril de 2005

Los técnicos, víctimas de su propia medicina

Suplemento Ovación (página 2),
Diario UNO de Mendoza, 25 de abril de 2005


La constante en nuestra realidad nos muestra que es la inmediatez la que manda, y en el fútbol nuestro de cada día, donde son los directores técnicos los chivos expiatorios y los primeros en “volar” ante el primer
síntoma de improductividad, ante la crisis de resultados.
Los técnicos llegan y se van. Vuelven y se recambian. Rotan y se intercalan. Desprovistos de un proyecto se les exige ser los motivadores de un cambio radical sobre una estructura establecida.
El técnico es la primera víctima de un deporte exitista, mercantilista e inmediatista.
Pero también es el técnico el dueño absoluto de la filosofía del juego, del diagrama táctico y del ordenamiento técnico, como la disposición de los protagonistas para ingresar a la cancha.
La actividad del técnico tiene una función casi absolutista, no necesita de consensos ni de métodos democráticos. Su visión o su concepción del mecanismo del juego le permite no sólo diagramar un estilo, una idea y un esquema, sino que esto lo establece sobre el control de los cuerpos, de las personas encargadas de darle forma a lo lúdico, la productividad y por ende el score.
El DT determina el presente y el futuro, la trascendencia de sujetos y en el caso de profesionalismo valoriza o no el oficio de los jugadores, por lo que termina condicionando el valor agregado de éstos en su profesión.
Administradores de sujetos, e “ideólogos” de una forma de juego, el técnico sobrepasado por un protagonismo exagerado es sin dudas víctima de un fútbol que no le da la oportunidad de continuidad y planificación, pero desde una cultura del eficientismo frío y calculador, encara una actitud soberbia, totalitaria y personalista (considera que nadie y sobre todo sus dirigidos, los verdaderos protagonistas, no pueden criticarlo u objetarlo)
olvidando que los jugadores son algo más que engranajes y piezas; y que el fútbol tiene un trasfondo mucho más profundo que el simple resultado.

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