miércoles, 8 de febrero de 2012

Cultura, tradición, música y política

Diario UNO, miércoles 8 de febrero de 2012 (Página 12)
El febrero mendocino abre debates en el que hay palabras que chocan, 
se entrelazan y se confunden
“Sin música la vida sería un error”, escribió Friedrich Nietzsche.
Por sus concepciones, por sus significaciones, por sus alcances, por sus interpretaciones hay palabras que se sobredimensionan, chocan entre sí, se entrelazan y se confunden: cultura, folclore, tradición, entretenimiento y arte.
Durante el mes de febrero, sobre todo, y principios de marzo en Mendoza la verba popular y la que intenta enmascararse en otra cosa le dedica bastante locuacidad para analizar la andanada de eventos artísticos. Claro, es tiempo de vendimias, festivales, calorcitos, algo de ocio y grandes escenarios al aire libre.
Difusión, presupuesto, espónsores y gustos también entran en el pastiche dialéctico, que por lo general se termina centrando en cuestiones como géneros musicales, grupos de vanguardia y sobre todo moda.
Por suerte, de una forma u otra, agarrado de un análisis de trasfondo o por manifestaciones que cuelgan en estridente evidencia, lo político también está presente. Siempre lo está.
Hay quienes afirman que la Fiesta de la Vendimia tiene una estructura, un lenguaje y hasta un guión (o tips) ya establecido. Con el mismo argumento conservador interpretan cuál es el género, los grupos y los gustos que
deben prevalecer, y así verifican cómo algunos se atornillan (esta palabra no es la que utilizan) sobre el escenario. Triunfantes, pueden repasar la cartilla de la infinidad de festivales en los últimos días (y años) donde se encontrará con la recurrencia de un grupo de artistas dentro del plato fuerte de alguna de las veladas, en la que unos pocos se reparten el grueso del poco presupuesto estatal que se destina a cultura. Por lo general son los mismos y con lo mismo, desde hace rato, y harán lo mismo en otras latitudes del país donde se festeje el cierre de alguna temporada productiva.
Por otro lado están los que reclaman su espacio, los que afirman que sólo están “discriminados” por ser de acá y hacer música con instrumentos con muchos cables y por abrazar una cosmovisión musical sin tantas fronteras, o por no ser parte de la industria cultural. A éstos se suelen sumar el reclamo, más tímido por cierto, de aquellos que ven cómo desprecian esa clásica herramienta que abrazan y se pierde detrás de las partituras.
Mientras tantos ensayan, tantísimos otros siguen la discusión, teorizan con una sola frase en una red social, y se abren nuevas líneas argumentales de tosca labia.
Están los que se vuelven sabios, críticos o fanáticos tras un efecto mágico e instantáneo, de esa banda que escuchaba el loquito de enfrente y que ahora mueve multitudes.
Está el funcionario oficialista que se agarra la cabeza y putea al darse cuenta de que varios de los “compañeros” de guitarra en mano que vinieron les patean en contra al tremendo lobby que están haciendo a favor de la minería y le tiran alcohol al hervidero que tienen en la interna. Y se vuelve a crispar el dirigente partidario al darse cuenta de que además de cantar los músicos hablan (y sí, piensan), y lo hacen en contra de la ley antiterrorista o recuerdan y le dedican un tema al militante de izquierda asesinado en manos de la patota sindical.
También se suma y mete la cuchara el que detesta todo “gasto” que haga el Estado, excepto si se trata de algún subsidio para su actividad económica.
No falta al debate el que se embronca al ver que en una provincia de casi dos millones de habitantes no haya un lugar cómodo y cerrado donde meter más de 15 mil personas.
Cultura, folclore, tradición, entretenimiento, arte, política, moda y presupuesto son palabras que a veces chocan entre sí, que se confunden, que se entrelazan, y que alimentan unas a otras. De todas formas la música seguirá ahí, en un gran festival o sin que nadie toque la puerta para que salga de una sala de ensayo. Y seguirá siendo eso: música, más allá de todas las concepciones, significaciones, interpretaciones y alcances que tenga.

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