Diario UNO de Mendoza, 1 de febrero de 2012 (Página 12)
Materia ineludible para todos y todas, en la escuela no se enseña
y muchos se empeñan en que no se aprenda
La sexualidad, el deseo y el erotismo atraviesan todo, a todos y todas, no se puede restringir a lo biológico, es una construcción cultural e histórica que incluye sus proyecciones, los procesos creativos, las relaciones sociales y políticas.y muchos se empeñan en que no se aprenda
Es quizá la materia ineludible de la que nadie escapa, que en la escuela no se enseña y la que muchos se mpeñan en que no se aprenda, ni se discuta, ni se conozca.
La educación sexual no sólo es aprender y conocer de métodos anticonceptivos para evitar embarazos no deseados que condenan a una adultez acelerada, a una maternidad forzada o a un aborto clandestino. Tampoco se agota en las herramientas que brinda para evitar infecciones.
La educación sexual permite reconocer el abuso, romper el silencio, denunciar y evitar el maltrato, la discriminación y toda forma de violencia de género.
La educación sexual es sobre todo una forma para que cada persona logre empoderarse de su cuerpo, fomentar la autoestima, promover el placer, mostrar y ayudar a desarrollar como algo positivo el autoerotismo, la masturbación, la exploración de las zonas erógenas. De entender la sexualidad como un juego infinito y fascinante, de experimentación y realización, que tiene sus tiempos y sus formas, que son
parte insoslayable de cada sujeto.
La educación sexual es uno de los posibles modos de romper con los estereotipos de heterosexualidad obligatoria, coitocéntrica, adultocéntrica y orientada sólo a la reproducción.
Negar la educación sexual es fortalecer los tentáculos de la misoginia, del abuso, del proxenetismo, del misticismo religioso. Es alimentar los miedos, la culpa y la insatisfacción.
La inexistente educación sexual en las escuelas mendocinas reabrió el debate. “Seré respetuosa con lo hecho
anteriormente, pero con un límite, porque mientras los adultos seguimos debatiendo la mejor estrategia, las chicas se siguen quedando embarazadas”, dijo la directora general de Escuelas, María Inés Abrile de Vollmer, quien carga con la mochila de la funesta gestión anterior (la de Jaque con Iris Lima en la DGE) que
levantó algunos edificios y vació instituciones.
Tras disparar esa expresión titubeó y aclaró, dando un par de pasos atrás y dilatando los dichos anteriores, “que se tomarán los primeros seis meses para evaluar el impacto obtenido con los materiales producidos en 2009”.
El cuadernillo local que aborda la temática ha sido denunciado por su “maleducación sexual” por su carencia de laicidad, por limitado, obsoleto, confuso, carente de cientificidad y sobre todo discriminador. Aunque para
la DGE, donde considere que su implementación fue “positiva” lo seguirán usando ¿para desinformar y deformar en ésta materia?
Ahora donde no haya sido “positivo”, la DGE dice que buscará implementar el cuadernillo nacional, producto de una ley que obliga a enseñar educación sexual en todas las escuelas y en todos los niveles.
Lo increíble en el ámbito educativo es que los docentes reconocen que la educación sexual no está dentro de la currícula, que desde las supervisiones les recomiendan evadir el tema, y que ellos no han recibido capacitación para abordar esa tarea. ¿Hace falta hacer una evaluación de 6 meses o es una forma diplomática de seguir con más de lo mismo, la nada? ¿Son tan fuertes los grupos de presión que sacan rédito del analfabetismo en materia de sexualidad?
La titular de la DGE también ha dicho que una de las funciones de la escuela debe ser “poder retrasar la primera vez en el sexo entre los adolescentes”, o sea la iniciación.
Ante esto vale recordar que la escuela debe educar, formar, brindar herramientas, y si lo hace bien, los chicos y las chicas podrán elegir y decidir cuándo, cómo, dónde y con quién. La educación persigue tres valores
fundamentales: la autonomía, el reconocimiento del cuerpo y la responsabilidad.
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