Diario UNO de Mendoza (página 10), 9 de mayo de 2012
La estigmatización que reproduce la Policía se traduce en violencia simbólica, plomo y sangre
Amigos de Franco reclaman contra el abuso policial (Foto Horacio Altamirano/UNO) |
Mataron a un pibe. Y una vida no es un caso aislado. Lo desangró el Estado.
No era un caso aislado, ya estaba marcado: era joven y se divertía. Seguro que debe haber sido rebelde, sobre todo entre otros jóvenes y divirtiéndose. El festejo de un cumpleaños, la música fuerte en la deshora de la convención, más otras marcas del tiempo y lugar fueron suficientes para la criminalización, que comenzó con la llamada telefónica de los vecinos y terminó con una ejecución.
El “caso aislado” tiene nombre: Franco Díaz. Y los otros casos aislados de gatillo fácil también tenían un rostro, un nombre, una historia. Sí, la juventud ya está marcada (históricamente) como un sector peligroso. Y la estigmatización que reproduce la fuerza policial, entre otros agentes y aparatos domesticadores, se ensaña con algunos descargando la represiva furia semántica, las barreras de la exclusión y el plomo con sus daños colaterales, que al final de cuentas son los que señalan el inicio su omnipresencia.
La violenta rutina muestra cómo la portación de rostro, de edad, de género o de barrio son suficientes para ser víctimas de un cacheo, razia o control, y esos mismos también tienen la autoridad suficiente para “liberar”
una zona.
Lo increíble es que éstos que deciden y actúan sobre la cotidianidad van armados. Van igual de armados a un recital, a un cumpleaños ruidoso, a una movilización política, a un accidente de tránsito o al asalto de un blindado. Desarmar la policía es una, sólo una de las claves para evitar el no tan aislado gatillo fácil.
Modus operandi Actúan con odio, con desprecio y con las manos desatadas. Se encubren. Y cuando “se les va la mano (sic)” cuentan con la justificación de sus superiores y de los profetas del odio, el desprecio y
la discriminación. Saben que no todos son iguales para la ley, y hay quienes son culpables antes de que se les pruebe lo contrario.
La música no suena igual en todos los barrios, y aun menos igual son quienes se divierten con ella. Quizás, con suerte y si es que existe presión social, el que oprimió el gatillo termine con alguna condena. Al que ordenó la represión y a algún otro cómplice quizás, como sucede en otros casos, los pasen a disponibilidad, o sea, los cambien de lugar a uno más tranquilo donde puedan seguir con sus atropellos y, lejos de la exposición, sigan haciendo carrera y terminen en algún cargo estratégico en el Ministerio de Seguridad. Son esos mismos los que fortalecen la perversa corporación y los tentáculos de favores, miopías y ocultamientos.
La semana pasada hablábamos de la represión policial en San Juan, en un partido de fútbol, y ahora en Mendoza, en una fiesta de cumpleaños. ¿Y la semana próxima... qué? ¿Dónde ensangrentará el enfermo y sucio plomo perverso, hijo del gatillo fácil?
No se trata de “un caso aislado”. Es la consecuencia de una lógica de un modo de razonar, actuar dentro
de un sistema de odio, estigmatización y encubrimiento.
http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2012/05/09/nota299972.html
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Pérez confirmó el cargo a los que armaron el operativo en el que mataron a Franco
http://www.diariouno.com.ar/policiales/Perez-confirmo-el-cargo-a-los-que-armaron-el-operativo-en-el-que-mataron-a-Franco--20120509-0028.html
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