La lógica donde ser otro es ser culpable

Diario UNO de Mendoza (página 12), 2 de mayo de 2012

La sangrienta represión policial del sábado en San Juan

tiene una perversa racionalidad

No. No hay irracionalidad. Tampoco es ilógico. Así actúan allá y acá, es un modus operandi. Así los dejan actuar allá y acá. El público de Godoy Cruz que fue a ver un espectáculo deportivo –un partido de fútbol– a San Juan sufrió el espanto, la sangrienta violencia ejecutada por el accionar de la fuerza represiva de la policía de esa provincia.
El allá y el acá refuerza la impunidad de los uniformados.

Y son las fronteras la excusa central para alzar las armas de antemano. Sean las fronteras del espacio, del tiempo, de las huellas o de las ideas. Hambrientos por reprimir ejecutan lo lógica y la razón de la segregación. Hay algo que hace al otro culpable, y es ser otro, tener pertenencia, elección, parcialidad.
Ser foráneos, tener intereses (ver ganar a su equipo), manifestarse (cantar, alentar, llevar colores que los identifiquen), agruparse (en una tribuna o un colectivo) ya son elementos suficientes y con sobrados pretextos para considerar enemigo a ese “otro”, para que algún psicópata de carrera ordene desalojar, expulsar, detener, golpear (con bastones, puños y piedras) y disparar. Sí, eso hace la policía, esa misma que algunos imbéciles dicen que tiene la manos atadas.

El resultado, en el caso del sábado, fue cientos de personas heridas (sí, cientos): con balazos de goma en todo el cuerpo, cortes, fracturas, coágulos cerebrales y hasta un pibe al que le hicieron perder un ojo.

Policías apedrean al público
visitante
(foto UNO/Nicolás Galuya)

Un espectáculo deportivo terminó en espanto, dolor. La industria del deporte sabía que esto podía pasar, pero los intereses de allá, acá y de más arriba lo permitieron. Total, para el dueño del fútbol “todo pasa”, y para quienes lo alimentan y lo protegen desde los gobiernos de turno, también.

Perversos e hipócritas  La racionalidad represiva continuó en los discursos, con la violencia del ocultamiento y la negación, los alimentos sutiles de la apología.
El encargado del operativo diciéndole a la prensa que “fue un éxito, que no hubo heridos”. No de es extrañar que ese personaje haya festejado con sus camaradas esos excesos que les dan sentido a sus uniformes: los disparos por la espalda, el apedrear colectivos y seguir disparando por las ventanillas.
Con un gobernador (el de allá), el de sonrisa sarcástica, defendiendo a sus funcionarios y justificando los sucedido como parte del folclore futbolístico (“exacerbada rivalidad”) y otro gobernador (el de acá) tardío, tibio y presionado, pidiendo una explicación a medias y bancando a su colega.
Esta vez no se trató de enfrentamiento de hinchadas ni de las acciones de barrabravas. Fue lisa y llanamente represión policial hacia el “otro”, el de afuera, el distinto. Esa que también se utiliza con motivos políticos ante un piquete o movilización inconveniente. Está dentro de la lógica y la razón de los hambrientos aparatos represivos.
Mientras sigamos con el chovinismo patológico buscando al “otro” equivocado para culparlo, mientras desconfiemos y envidiemos al del lado, mientras naturalicemos el cagar al de abajo, siempre estarán el sediento gatillo fácil y los posteriores discursos que disipan el olor a pólvora y sangre.


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http://edimpresa.diariouno.com.ar/2012/05/02/nota299441.htm
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