jueves, 19 de julio de 2012

Inaugurar, cuando la nada es todo

Diario UNO de Mendoza (página 10), jueves 19 de julio de 2012
Material o simbólica, fáctica o imaginaria la cosa no es tal si no es inaugurada
Inaugurar, cortar la cinta, poner la piedra fundamental, la placa fundacional, concretar el lanzamiento oficial. Se trata de una compulsiva estrategia política, de un recurrente recurso donde un funcionario enarbola las banderas de la administración, la gestión y el progreso para cosechar aplausos, justificar presupuestos, proyectarse a futuro y, obviamente, recolectar futuros votantes.
Alquilar las sillas, llevar el atril, comprar 20 metros de cinta celeste y blanca (por más que se usen 5), llamar al locutor y avisarle al encargado del sonido. Escribir un libreto, hacer la convocatoria, movilizar al batallón encargado de la prensa institucional y subir a unas tráfics a las segundas líneas de “asesores”, siempre tan al cuete pero tan útiles a la hora del protocolo, de hacer número, y de blandir palmas en estos paródicos actos.
Para la pompa, para el estreno, también se le puede agregar un espectáculo artístico con un par de temas de un cantante fiel a la gestión, o con la banda de la policía que da brillo con sus lustrados instrumentos de viento y logra que los decibeles den cuenta, antes que los medios y las redes sociales, de que algo está pasando. Otro de los protagonistas puede ser el párroco de la zona con su bendecidor de bolsillo incluido.
Se puede tratar de una plaza, un canal de riego, una represa, una base nuclear en la estratosfera, una sala de usos múltiples, una ruta, un monumento al tortugo Jorge, o de hasta un centro de capacitación de inauguradores. Todo esto puede ser inaugurado una, dos y tres veces, como mínimo. Y se lo puede inaugurar en el medio de la nada y sin nada. Se puede hacer el acto cuando es una idea, cuando es un debate, cuando es un bosquejo, cuando se lo comienza a construir y también cuando se lo termina 25 años después de lo programado, o hasta cada vez que se autoriza un aumento al presupuesto original de la obra. Y así se pasean presidentes, gobernadores, intendentes una y otra vez por el mismo lugar, con el mismo discursito, a una hora mediática y en tiempos sufragistas.
La doble vía que aún no se termina, el metrotranvía que sigue en “etapa de prueba”, la represa que todavía es un dibujo y aún no tiene presupuesto son algunos de los ejemplos de los miles que se podrían enumerar de lo que se presenta para ser presentado próximamente, y si esto tiene algo de maniqueo, de ficción, y mucho humo, pero no faltan las cámaras y las frases hechas.
Recordemos también la inauguración de una línea de trolebuses con colectivos gasoleros para el recorrido.
Ojo que la última moda es la inauguración por teleconferencia con circuito cerrado de televisión con imágenes 3D de lo que alguna vez será lo que se ha inaugurado. De última, a la cosa ya se le puso nombre y por lo tanto, existe.
Cuentan que los romanos tenían unos sabios conocedores de las aves y que estos, luego de estudiar la conducta del vuelo o las tripas de algunos pajaritos, daban el visto bueno (los augures), el augurio para que se inaugurara un edificio y pudiera se ocupado. Esta tradición fue cambiando, se fue aggiornando, aunque no perdió gran parte de su puesta en escena solemne, con un escenario para unos, una tribuna para otros, y la cosa (real o virtual) para justificarse/la.
También cuentan que hay un manual secreto, que sólo conocen los políticos en funciones y donde, a modo de los infinitivos de religioso positivismo new age, insta: “Vengo a inaugurar, a estrenar, a ensoñar, a iniciar, a principiar, a descubrir, a humear, a lanzar, a convocar, a promover, a prometer, a nombrar; y hay que hacerlo porque necesito mostrar, difundir, divulgar, irradiar, dispersar, publicar; y lo necesito para mantener, permanecer, sobrevivir, retener, eternizar, subsidiar, sujetar, aguantar, reelegir, embolsar, asociar y lucrar”.

1 comentario:

  1. ¡Muy bueno!
    Hace pocos días unos amigos ingenieros me contaron dos anécdotas.
    Para inaugurar una de sus plantas VW recibió a Lula antes de unas elecciones. Como no estaba lista, la empresa trajo un camión hecho en otra planta y lo subieron una cinta rodante. Y apareció el vehículo en las fotos de los diarios como el primer camión de esa planta. Con aplausos, cintas y todo, obvio.
    La otra, de la que no me dieron datos exactos, pero los sospecho: La inauguración por teleconferencia de un gasoducto. Para demostrar que estaban completas las instalaciones y que pasaba gas por el conducto debían encender una llamita. Dicen que con una garrafa chica bastó y sobró.

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