Diario UNO de Mendoza (página 10), miércoles 25 de julio de 2012
Ven en toda noticia un fantasma, algún enemigo, una
operación y la impronta opositora.
Esta claro que todos los medios (privados o públicos) tienen
una línea editorial, una idea del mundo para defender, intereses para proteger,
y a esto se le suma el estilo, las formas (y también la percepción de la
realidad) de cada periodista. Un combo fluctuante, complejo y casi siempre
contradictorio, saturado de palabras e imágenes donde se busca describir el
escenario de la cotidianeidad. Es allí donde los actores acusan a la crítica,
ya que no están de acuerdo con la interpretación que se ha hecho del rol que
ejecutan o de la performance de la actuación.
Mensajes de texto, mails, llamadas telefónicas sobreabundan sobre lo que los medios, en realidad los periodistas, hacen o están haciendo. El paranoico (seguimos hablando siempre de funcionarios y políticos) recostado sobre el poder, bajo su angustia, en su baja autoestima, busca acallar, torcer, manipular, forzar constantemente lo que se dice o lo que podrá decirse.
Dentro de esta fauna hay distintas especies, están los que
lloriquean, los que suplican, los que sonríen y buscan empatía o puntos en
común con el trabajador de prensa, también están los exigentes soberbios, que
no entienden nada y se creen que el mundo se teje con la pelusa de su ombligo;
en este mundillo no faltan lo que atacan descalificando o acusando (típico de
toda proyección patológica). También aparecen los corruptos que apelan al atajo
de querer comprar (en algunos casos lo logran) al periodista. Están los que
aprietan por arriba, y apelan a las “reglas del mercado” y extorsionan con la
pauta publicitaria.
La paranoia ha sido una de las peculiaridades de la
personalidad de los dictadores y tiranos, quienes lo primero que ven son los
prejuicios, ya que todo lo que no los adule ataca a su narcisismo, y Narciso no
sólo tiene ego, también le sobran bolsillos. Estas características individuales
se convierten en estilos de gobierno y se heredan, potencian y reproducen.
Paranoicos. Políticos, funcionarios, gremialistas, cuentan
con sus equipos que han ido creciendo y se han perfeccionando a la hora
persuadir a los y las periodistas, la denominada prensa institucional. Muchos
de ellos con algún manual de marketing bajo el brazo, con ímpetus de
publicistas, y algún pasado en los medios de comunicación, lucubran las
operaciones a seguir para evitar o calmar los delirios del (gran o pequeño)
burócrata en jefe.
La paranoia se ha convertido en algo institucional, con sus
recelos y hostilidades, se manifiesta con la irritación permanente que
encuentran en los medios cuando éstos no son agentes obedientes de la
propaganda, el eslogan, el relato oficial o el photoshop.
Voraces, resentidos, con ínfulas de grandeza, fanáticos,
místicos, megalómanos, rencorosos, intolerantes. Como reconocerlos: son
camaleónicos, les gusta pregonar el sentido común, admirar lo establecido,
besar niños durante las campañas, aparecer en todos los actos, evitar recibir
preguntas, hacen chistes malos, sueñan con la reelección. Les encanta contradecirse,
desvalorizar el pasado, manipular el futuro. Tienen en la mira a los
aduladores, y cuando a estos se les agota el stock de pleitesía los barren de
su séquito. Creen que su realidad es la verdad y que el otro es su enemigo.
Odian a los periodistas, pero ante el menor acontecimiento les hacen llegar un
presente. A estos sujetos que no les gusta el anonimato, son fáciles de
caricaturizar e inmunes a los antipsicóticos y psicofármacos.
http://www.diariouno.com.ar/afondo/La-paranoia-politica-ante-el-periodismo-20120725-0024.html
http://www.diariouno.com.ar/afondo/La-paranoia-politica-ante-el-periodismo-20120725-0024.html
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