domingo, 24 de febrero de 2013

Los irritados por estos días inhábiles

Diario UNO de Mendoza (página 12), 20 de febrero de 2013
El feriado dispara opiniones y prejuicios, pero sobre todo, y cada vez más, ingresos
Irritados y con actitud de asombro, aunque reincidentes y poco originales. El quinto feriado en lo que va del año les ha puesto los pelos de punta a más de uno, los vuelve al rodaje de uno de los hits con que se nutren en su acopio de la “verdad” cotidiana. Argumentos les sobran: están los económicos, los culturales y, sobre todo, los morales. Obviamente, lejos está la discusión sobre si el trabajo enajena o dignifica, o si dignifica tras haber enajenado.
Estos irritados irritables aprovechan para pulir y engrosar sus explicaciones en días como éstos, lejos de las oficinas, donde –con un café como intermediario y ante espejados parroquianos alrededor de la mesa– dan rosca sobre el tema para una reunión rápida y distendida antes de las obligaciones familiares del día festivo.
Durante los otros días, los “hábiles”, la discusión girará en torno a los tiempos muertos de los empleados, contra las leyes laborales y otros tantos.
Movible, puente e inamovible, y también el “excepcional”. Festivo, feriado, no laborable o inhábil. Este último término es el que más se ajusta a los detractores de las marcas rojas en el calendario, las que según las culturas, religiones, tradiciones y estrategias macroeconómicas son habituales más allá de las latitudes y los trópicos.
En las últimas décadas, en muchos países del mundo se fue incrementando la cantidad de feriados. Obviamente que la idea no apunta a promocionar el descanso de los trabajadores o a combatir el estrés, sino al desarrollo de una de las industrias de mayor crecimiento: la del turismo y el ocio.
Así, feriado es sinónimo de consumo en una rueda donde no sólo se nutren lo turístico, el divertimento y el placer, ya que también mueve otras esferas e industrias que alimentan a la que sostiene el abrigo de viajeros, visitantes, huéspedes y comensales. Obviamente, para todo están el gasto, la inversión, el crédito y el gravamen correspondiente. También, el empleo, las estadísticas y las promociones.
Pero los irritados detractores –en su mayoría, consumidores de esta estrategia económica convertida en tendencia cultural– siguen sin reconocerse dentro de ese grupo.
Así y todo, para sostener esta industria se necesita quienes trabajen en ella (y lo hacen), por supuesto, en los días festivos, reforzando y acrecentando así su rutina laboral.
Hay quienes –trabajen o no– están expulsados de esta alternativa de consumo (y de otras elementales) y por supuesto están los que fuera de todo registro deben agachar el lomo y seguir con sus labores a diario y todos los días, ya que la manifestación económico-cultural que los tiene atrapados es el trabajo en negro, el trabajo esclavo, quizás el ideal de mundo de esos que detraen los feriados.

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