miércoles, 15 de enero de 2014

Luciana no es la única: hay miles de niñas y niños desamparados y condenados

Diario UNO de Mendoza (página 15), 15 de enero de 2014

No es la única, son cientos y miles las niñas y niños desamparados, abusados, golpeados. Solos, con hambre. Condenados. Y estos niños y niñas no están lejos, están detrás de las chapas, de las carretelas, los adobes, las cortinas; están en los suburbios, las barriadas, los parajes de esta provincia.
Luciana murió. Tenía tres años y la mató tanto su entorno enfermo, también condenado, como una estructura estatal corrompida que segrega, victimiza y esconde.
No es nuevo. No es una condición de este gobierno, ya que esta realidad sucedía, y la padecían tal cual, con el anterior, y con el anterior y con el anterior…
Los niños y niñas tienen derechos y prioridades, pero en su condición de ciudadanos tutelados si son pobres están olvidados, entregados a la supervivencia, y con suerte terminan siendo parte del hilo fino de esa estructura macabra y paralela de narcos y proxenetas que por un lado los explota y por el otro los juzga y apresa.
Mataron a Luciana: bronca, angustia y dolor. Cuántas niñas y niños sobreviven a esas condiciones, resisten, viven como pueden y de adolescentes reciben la condena social que los criminaliza por esas mismas formas de supervivencia.

En este caso, el Estado tuvo en sus manos todas las herramientas (informes y profesionales, espacios) y tiempos para salvar a la niña, pero falló, como falla en los casos donde ni siquiera llega con sus herramientas, en lo que no registra. Pero bueno, para este Estado enfermo es heredero de aquel en el que hace casi cuatro décadas los niños eran un botín de guerra, era robados, despojados de su identidad, de su familia.
Hace unos días otra niña murió, y la fueron matando de a poco sus padres y los que no supieron, o no quisieron salvarla. Hay una causa, varios legajos y una discusión abierta más de las hipócritas moralinas. Hay quienes se tendrán que hacer cargo de los platos rotos de una situación que los supera, o no. Hay quienes se desgarran las vestiduras y saben que nunca invertirán en esos chicos (sólo “gastarán un poco en asistencialismo”), ya que hay cosas más rentables, por lo menos en votos. Cambiar esta situación significa cambiar en serio, y para eso tampoco están dispuestos los que manipulan la balanza de la Justicia, ni esos que hacen pedidos de informes en forma compulsiva desde la legislatura. Todos estos que cuidan que todo siga en orden, en el orden donde los chicos se siguen muriendo golpeados, abusados, hambreados, abandonados.

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