Diario UNO de Mendoza (página 10), 29 de enero de 2014
Pero la realidad se copia, se repite, el pasado se levanta, se desempolva y se embarca, tan peor, el más triste, pero eso sí, maquillado. Inflación, devaluación, especulación, casas de cambio, financieras.
Banqueros, exportadores, corporaciones; concentración. Recesión. Nada nuevo para el viejo tentáculo que atesora por un lado y cachetea por el otro.
Y con esto llega el achique, ese que desde la administración se lo justifica como la eficientización de fondos públicos, la reducción del gasto, la refuncionalización del
Estado. Controles, congelamiento de la planta de empleados, competitividad y las personas vistas como mercancía, para que desde lo público terminen de aunarse con los empresarios y así sigan hablando en común y como una lógica absoluta de jubilaciones anticipadas, de la no renovación de contratados, de suspensiones, cesantías y despidos.
Ya lo vivimos, ¿no? Todas estas recetas que llegaron como parte de proyectos neoliberales de fondo estuvieron acompañadas con expresiones como tercerización, privatización o el que “se preocupen por cuidar el trabajo y no tanto en aumentos salariales”.
Veamos un pequeño ejemplo, uno al respecto, y caprichoso: en la Salud pública mendocina, el ministro de área destaca como positivo el hecho de que designe para dirigir al hospital infantil Humberto Notti a “un administrador que viene del sector privado”. Más allá de los nombres, no se puede negar la eficiencia del sector privado, sobre todo en salud, donde no tienen ningún reparo en que una persona se les muera en la vereda por no tener obra social o dejar a un solo médico de guardia para decenas de pacientes internados.
De todas formas, el escenario es claro. La historia se repite y nos permite avizorar: movilizaciones, represión. Desocupación, piquetes, más movilizaciones y más represión. Hambre. Y la educación y la salud vistas como un gasto y a los pobres como enemigos y a quienes reclaman como terroristas.
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