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Galeano, el escritor uruguayo de izquierda, el exiliado latinoamericano que volvió más fortalecido y más latinoamericano, el hombre que admiraba a su pueblo y detestaba los populismos, el periodista que acompañó las revueltas y revoluciones en su continente nos dejó una obra artística y mucho más. Encaró con la prosa los sueños y utopías de una época, y las resistencia de otras; resistió escribiendo; describiendo empuñó sus armas.
Galeano nos enseñó a mirar el revés, lo tapado, lo ignorado, lo censurado; nos recordó que “nunca han faltado pensadores capaces de llevar a categoría científica los prejuicios de la clase dominante”.
Futbolero y revolucionario, Galeano fue indio negro pobre y mujer; contó las injusticias, la discriminación, la explotación, las escribió con el trazo que muestra el dolor de sus entrañas. Las hizo palabras. Fue coherente, consecuente. Pensó con el corazón, con la sabiduría del materialismo histórico y también con la cosmovisión maya entre otras enseñanzas de nuestras gentes negadas en nuestra tierra, en nuestras “Américas”.
Crítico. Galeano también fue en sus textos, y en su voz, denuncia social, y lo hizo mediante el impacto del dato, la sensibilidad de un recuerdo, o la recurrencia de un sueño que fue y que vino entre esos párrafos cortos y cerrados, esos donde una pequeña historia no escapaba a la tragedia de la humanidad. Fue también una sonrisa para contener la lágrima en esos rostros, esos miles de rostros distintos que rodearon su obra.
Dio cuenta de cómo estamos todavía impregnados y recorriendo ese camino trazado por las genocidas carabelas que llegaron con el capitalismo y el monoteísmo. Denunció cómo despojaron/an culturas, historias y recursos naturales. Mostró el machismo imperante en las palabras y las acciones. Se asqueó de tanto racismo. Jaqueó, quitándole los velos, a la mutante hipocresía.
Galeano nos escribió de los obreros y obreras que “comen hambre”; nos mostró que se están “arrojando a la basura más de dos siglos de conquistas obreras”. Desconfió del consumo y del progreso. “El desarrollo de la tecnología no está sirviendo para multiplicar el tiempo del ocio y los espacios de libertad, sino que está multiplicando la desocupación y sembrando el miedo”, agregó en ese sinfín de críticas al capitalismo, ese “orden criminal del mundo”.
Cuentan que Eduardo Galeano murió y que ayer lo despidieron en Montevideo, que nos dejó más de 30 libros y uno póstumo; también recordaron que alguna vez sentenció: “Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué”.
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