El domingo se votó, pero las elecciones no pasaron, fueron (o mejor dicho son) el principio de un próximo cuarto oscuro con menos opciones, más rosqueado y controlado. La lectura política recién comienza, y su lectura no nos lleva muy lejos.
Se votó hace unos días pero quizás unas horas antes de las elecciones generales de Mendoza, esas que serán en junio, estén los resultados de estas PASO que pasaron. Unos días después del debut en Mendoza de las primarias para gobernador todavía se esperan telegramas, o que los lean, o los carguen, o que se procesen. Vaya a saber en qué parte del proceso están que aún no logran cerrar los números finales de los resultados parciales, y menos aún los definitivos.
Un sistema antiguo y poco confiable que se presta a la desconfianza, al tedio, quedó evidenciado el pasado domingo, aunque también es cierto que los que buscan convencer sobre la “seguridad” del voto electrónico son quienes tienen el monopolio de la inseguridad informática. Todo depende de quién está detrás del bolígrafo o del teclado a la hora de cargar los datos que construyen esa historia que se llama realidad y que es tan conveniente cuando nos tiene dentro de su relato.
De todas formas, como sondeo, la elección del pasado domingo dejó a una mayoría de ganadores. Las alianzas de unos con otros sirvió para el “todos” del discurso que significa ninguno. También hubo otro numeroso grupo de denunciantes y unos pocos perdedores, algunos ya resignados, y otros no.
Más allá de ese porcentaje flotante de votos que podría, o no, cambiar algún candidato secundario o el orden de una lista para cargos legislativos, los soleados comicios dejaron también otras experiencias, como esos que tras un par de horas de cola votaron en blanco o “a cualquier cosa”, ya que sabían que todavía estarían esperando que repongan la boleta que no estaba en esa mesa que abrió tres horas tarde tras la búsqueda infructuosa de las autoridades de mesa, de los que nada se sabe de su paradero.
Contó un elector que temió salir del cuarto oscuro y decir “faltan boletas”, temió ser atacado por un horda de electores y electoras, por esas personas que esperaban detrás de él.
Una rápida lectura de los certificados médicos que presentaron los presidentes de mesa hizo prever el colapso y estallido del sistema cloacal provincial, una demanda desesperada de gastroenterólogos a lo largo de la semana, y el desabastecimiento de pastillas de carbón en las principales cadenas farmacéuticas. Eso no pasó, las cloacas ya estaban en estado de colapso.
Hay quienes ante tanta oferta en el mercado electoral se terminaron preocupando por el tamaño del sobre y las técnicas para el doblado y los dobleces, para que la enorme papeleta ingrese a ese contenedor que se presentaba como chico para la fórmula de notables desconocidos. Hay agudos politólogos que analizan las trasparencias del papel del sobre y todo lo que esconde esa pequeña intimidad de celulosa que conocerá en la misma jornada la oscuridad y la revelación.
También cuentan que hay quien espera que recicladores pasen a buscar por su casa los bolsones de boletas de sus contrincantes, esas que juntaron desde temprano para que no ingresaran al sobre, a la urna, a las estadísticas, al relato.
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