Diario UNO de Mendoza (página 7) 20 de mayo de 2015
Piombo, el juez homofóbico |
Estos son evidentes, se convierten en noticia por su espectacularidad o sus grotescos, pero así funcionan la política, la Justicia y el fútbol, con la lógica efectista del show. Es la fórmula, que dentro de ese tejido, logra naturalizar y mostrar todo como inocente e ingenuo, como establecido y certero, como inconexo y casual. Es el triunfo de una visión del mundo que les permite a unos que sus acciones y sus sentencias sean parte de una armazón de prejuicios que sirven para justificar esa ideología, siempre dominante, para así sancionar y juzgar, a unos sí y otros no, a unos más y a otros menos. Son la ley y el marco de ley, la que ellos mismos escriben y adecuan a sus intereses.
Las penas no son iguales para todos, violar a una niña o niño pobre, u homosexual, es un atenuante y así lo viene diciendo un juez, como otros tantos y desde hace tanto, pero mucho tiempo. Si no, veamos cómo muchos de los magistrados que sentenciaron durante la democracia ahora están sentados en el banquillo de los acusados, en los juicios de lesa humanidad, por su complicidad con violadores y torturadores. Vemos a diario como la Justicia (penal, tributaria, comercial y de las otras) no actúa ante los evidentes casos de explotación laboral o sexual de menores, pobres y extranjeros/as, quienes a diario enriquecen a otros en talleres clandestinos, fincas, y prostíbulos, lugares donde el poder, el judicial, dominado por esa casta de personajes que no elige nadie, nunca llega, porque no quieren, y cuando llega perdona y atenúa.
El baile de la noche, el chiste, el canto de la tribuna, el escrito de un juez, las postulaciones. Palabras e imágenes, y la burla y la estigmatización. Una broma que reproduce; varias campañas simultáneas, la millonaria facturación diaria, nuevos precedentes para la Justicia, y enfrente una realidad juzgada y sentenciada. Discriminación, machismo y homofobia. Control, dominación y explotación.
Y así la impunidad de los poderes pone en movimiento sus perversos mecanismos donde la agresión y la humillación busca acallar a quienes humillan y la agreden. La violencia institucional se manifiesta en la acción como en la inacción, ambas operadas y ejecutadas para proteger el mecanismo de las que son parte.
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