El tiempo es corto y el escenario impredecible. Las consignas terminaron de ceder los grises de lo políticamente correcto y lo dejaron para otra época.
Operación y campaña son lo mismo y ya no les importa ni disimular la mentira o la verdad.
El menos malo ganará nos dicen y para eso los protagonistas les ceden la iniciativa, más que nunca, a sus artilleros de propaganda, a los que quedaron en el camino, a sus futuros socios y aliados. Y de paso una denuncia de campaña sucia, como si no se notara, como si las personas fueran estúpidas.
Ya no se trata de ideas, queda claro, sino de gustos y sentires, de pareceres.
Evitemos sólo los signos de interrogación, pero no el preguntarnos.
¿Y si fuera verdad todo lo que desde el macrismo dicen del kirchnerismo, de Daniel Scioli, de su vice, y de sus mentores? ¿Y si tuviera algo de veracidad la metralla de denuncias que Elisa Carrió hace del oficialismo?
¿Y si fueran verdaderas las acusaciones que desde el Frente para la Victoria muestran de Mauricio Macri, de su administración porteña, de su pasado y de sus aliados de ocasión? ¿Y si fuera cierto el panorama que pintan para el futuro cercano de la Argentina si es que gobierna la alianza Cambiemos con sus viejos –y no tanto– economistas conocidos de tiempos de remates y flexibilización? ¿Y cuánto tendrá de cierto lo que vaticinan desde el FPV con el Sciolismo como gobierno con las tristes descripciones y contundentes calificaciones que hacen de quien, con toda amargura, llaman a votar?
¿Y será también como desde Franja Morada describen, señalan y sentencian a sus dirigentes del radicalismo a quienes relacionan en el sistema de la perversas relaciones del corporativo lobby político?
Y más de uno se pregunta ¿cuántos jueces quedan fuera de las acusaciones que sus pliegos fueron aprobados por acuerdos entre políticos y emisarios del poder económico?
La alegría que manifestaron los asesinos y violadores represores, y sus cómplices, sentados en el banquillo del juicio de lesa humanidad el lunes después a las elecciones generales del 25 de octubre, será un reflejo de la impunidad que se viene, a la que ellos ya le pusieron fecha.
Y sobre el temor a la represión, ¿cuánto de verdad tendrá la turbación que les causa a las organizaciones sociales y al sindicalismo combativo la figura de quien sería ministro de Justicia de Scioli, el hombre de mano dura que ya comandó gendarmes sobre trabajadores despedidos?
Y por estos días la retórica en frases e imágenes apunta a la chatura, lo que la hace más violenta aún. Y el ataque no sólo es al rival electoral, sino –y sobre todo– para quienes dudan de ellos y de elegirlos. Son tan parecidos que el margen de error no existe.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario