miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un apólogo de lesa humanidad

Diario UNO de Mendoza, miércoles 16 de noviembre de 2011 (página 10)
Es preocupante el silencio, los pocos ecos que tuvo tamaña provocación a la democracia. Fue un cachetón que despierta miedos y a muchos los encierra entre sus horrorosos recuerdos.
El investigado fue citado y tuvo que declarar, luego salió su abogado para defenderlo públicamente.
Lástima que este rutinario trámite judicial lo protagonizaron, hace una semana, un comisario retirado y su defensor, un ex legislador del conservadurismo local. La trama que los involucra son crímenes de lesa humanidad y la apología que se hizo de los mismos.
El imputado. El ex policía es uno de los tantos investigados por la Justicia federal en causas de asociación ilícita como partícipe del aparato represivo. En este caso como integrante del D2, donde se cometieron todo tipo de vejámenes y desapariciones.

El defensor. Más allá de intentar enfocarse en el expediente, el representante legal salió, por los medios de comunicación, a justificar, validar y hasta festejar el accionar del Estado en los años de plomo, los del último genocidio que sufrió el país, a dar argumentos a favor de la desaparición, violación, tortura y exilio de personas, al robo sistemático de bebés, a la aniquilación de las libertades, y también a rechazar las acciones gubernamentales y legislativas con las que años después se intenta hacer un poco de justicia.
El abogado del comisario investigado por su parte se para sobre “la autoridad” que le da la historia: siempre los hombres de su conservador partido terminaron como funcionarios de las dictaduras, las que también los tuvieron como ideólogos.
El contexto. Algunos de los argumentos del apólogo de los crímenes del Estado se centraron en una interna oculta y convidada: si la represión comenzó en el '75 o el '76, como si la violación de los derechos humanos no hubiera sido la misma, brutal, y sin espacios para ningún tipo de justificación.
Esa espina duele en el partido gobernante, donde hay muchos que aún, con cierto poder, se llaman entre sí “guardianes”, y fueron parte –o simpatizan– de los grupos de tareas o informantes de los equipos fascistas que armó El Brujo por aquellos años, y por éstos los tiene a los codazos con esos que reivindican a sus antiguos enemigos partidarios.
Quizás esto sirva para entender cómo fue que el investigado por crímenes de lesa humanidad haya sido parte del último gobierno democrático de la provincia, el mismo que dice adherir a la política nacional de derechos humanos.
Las desafortunadas expresiones, cada una de las palabras que en otros contextos sirven para el accionar con el que hasta se invade países no sólo fueron hirientes para las víctimas del terrorismo de Estado sino que se suman a pequeñas situaciones que para un ingenuo pasarían como una contradicción.
¿No lo habrá envalentonado al abogado del represor el significativo guiño que tiene de la Nación el entronizado y poderoso gremialista “elegido” para desbancar a Moyano en la CGT? El nuevo mimado está investigado como buchón y agente civil de inteligencia del Ejército en los '70.
¿Al penalista no le servirá como antecedente para cargar sobre los familiares de desaparecidos y presos políticos la creciente criminalización hacia los gremialistas no oficialistas, o el ataque que vienen sufriendo por organizaciones paramilitares?
La semana pasada un ex legislador y abogado de un represor justificó los crímenes de lesa humanidad durante los '70 y casi no hubo ecos, sino más bien silencios.
En estos casos, el miedo ataca en sus múltiples formas, aunque la mejor forma para contrarrestar esa provocación es urgir más que nunca la defensa del Estado de derecho, pelear para que se siga juzgando a los represores, y gritar a todos los vientos ‘Nunca más’.

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