Diario UNO de Mendoza (página 10), 12 de marzo de 2014
Semana convulsa por la Mendoza “sinfónica e iluminada de gloria”. Aún suenan, y seguirán sonando, los ecos de la poco calma estridencia del color de los fuegos de artificio, que no contrasta con su producto: la caída de pájaros nocturnos y la muerte de pichones diurnos.
Es Vendimia, tiempo de frases hechas, sentido común, palabras melosas y ademanes estirados, los que a pesar de su sostenida imposición no tapan las realidades, no bajan los decibeles. Días patrioteros y populistas, esos en donde la advertencia aflora sutil, o no, y advierte que es mejor esperar, callar o disimular. Pero no se disimula, ni se calla, ni se espera.
La cosecha que no es Vendimia, la fruta que no es cosecha. Son horas en que se busca confundir sobre lo confuso y a veces se confunde, y así hay quien dijo escuchar que la reina quiere ser maestra y no la dejan hacer paro, o que la reina no tiene el don divino, su mandato caduca y fue elegida en elecciones fraudulentas, o que algunos levantan banderas de dos siglos de república y quieren que la soberana abdique, o que los productores del Este le cortaron el acceso a la corona ya que no los representa, o era que…
Y así, entre presupuestos inexistentes y candidaturas 2015, entre visitas top y mediáticas, hay quienes ven como matan al mito, a la tradición, y así las reinas son reinas que no reinan, y además de jóvenes esas mujeres piensan y además militan. Sí participan en política, y discuten. Tremendo. La moralina de conservadores no tiene tamiz, aflora machismo y gorilismo, ya que la chica que ganó el juego provincial de la mujer ideal hace cosas poco ideales, como dejar que trasciendan sus ideales. Para empeorar las cosas, la chica en cuestión pertenece a una agrupación peronista, lo que ya de por sí es condenable, alguna vez esos jóvenes se confundieron con los rojos. Por lo menos, Sofía no será políticamente incorrecta con el gobernador y la Presidenta. Algo es algo.
Pasó la Vendimia de todos, la de los mendocinos y la mendocinidad de sus carros, la de la alegría en las gradas del Frank Romero Day, de los aplausos y expectativas; esa que se vio arremetida, a pesar de las recomendaciones, por esos desubicados que hacen lo intolerable, lo imperdonable: criticar, pedir, reclamar, evidenciar; esos que se subieron a la calle. “Okupas” que quitaron brillo al disfraz del pasado, que dejaron de ser público para ser protagonistas y los acusaron de desentonar. Fueron esos productores autoconvocados que se quedaron sin producir, esos defensores del agua y el ambiente que ven como se atenta contra futuras producciones, y los peores de todos, los improductivos docentes que quieren sueldos que se acerquen a la canasta familiar, que se creen trabajadores, que paran
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