Diario UNO de Mendoza (página 10), 26 de marzo de 2014
Lo cierto es que tres primates desaparecieron del Zoo mendocino (dos fueron recuperados). Tras los primeros indicios de las pesquisas tampoco es de extrañar que después de vendimias con sus fuegos artificiales o de un fin de semana con niños esquizoides y padres descerebrados los animales hayan apelado al clonazepam para calmarse, o que en un rapto de conciencia decidan fugarse de esa especie de cárcel y circo que es el Zoológico.
Otra pregunta que surgió es si son más, ya que por lo menos a otro bicho de estos lo vieron con intenciones de cursar en el DAD tras ser expulsado del Liceo Agrícola. Y hay quienes confirman que un grupo ha logrado liberarse y se ha instalado, en comunidad (medio okupa casi hippie) en las inmediaciones, cerca de los límites del campo de concentración de animales enclavado en el cerro más verde que tiene esta provincia.
¿Se fugaron o fueron secuestrados, o robados o rescatados? Hay hipótesis policiales que apuntan al tráfico de animales, una organización que también tendría entre sus quehaceres diarios el tráfico y trata de personas, el narcotráfico, los aprietes y la recolección de votos, la venta de autopartes, el lobby en licitaciones y que lavaría dinero con un prestigioso buffet de abogados, una monada.
Otra hipótesis, la menos seria pero la que conviene potenciar, dice que el que está en la mira como autor intelectual del secuestro de los monitos es el tortugo Jorge, quien habría perpetrado el hecho con sicarios amigos, unos viejos alados carroñeros, bigotones, amantes del Falcon y desocupados. La idea del temido cabecilla apresado en al Acuario sería, con este mediático acto, la de amenazar al oso Arturo, quien le estaría quitando protagonismo en los últimos años.
Un cuidador del Zoológico que pidió “reservas”, o sea que no se dé a conocer su nombre, explicó que uno de los monos (el que aún no encontraban anoche) es un politicólogo que viene asesorando a funcionarios desde hace varios años, y agregó que el primate de raza saimiri (no le gusta que lo llamen mono ardilla, ya que le parece discriminatorio) esboza teorías donde el bosque y el árbol no son importantes, sino que apela a razonamientos donde lo sustancial es saber cómo ir de rama en rama, cómo estar lejos del llano y el tener la altura suficiente para cagarse en todo. El segundo de los bichos “perdido” es el escriba del primero; y el tercero, un simple adulador que le infla ego constantemente.
En síntesis, se drogaron, se perdieron o fueron robados unos monos, lo que sería fundamento suficiente para que Gendarmería custodie los peligrosos barrios del Oeste, o para dictar la conciliación obligatoria a las huelgas de los estatales.
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