Diario UNO de Mendoza (página 10), 28 de mayo de 2014
Pero el animalario local no se agota en Arturo y Jorge; por ejemplo está también la mona ardilla, que no es ardilla y sí es mona, fugada del Zoológico local, la que estaría radicada en el piedemonte, con Wi-Fi directo con el Congreso, escribiendo la biografía no autorizada de Julio Cobos que llevará el título No soy Boudou, pero también fui vicepresidente, en la cual la primate les dedica más tiempo a los desatinos de Cristina en sus estrategias de alianzas que a los no positivos de ex gobernador.
El bestiario de la mendocinidad es un buen telón para esconder dinosaurios carnívoros e insaciables.
También están los gorilas, los que además de conservar sus bancas tienen el DNI tarjeta que los termina de catapultar como ciudadanos modelos, los que con un traje a medida y sin tantos pelos en la cara pueden vociferar cualquier barbaridad que recoge no sólo aplausos sino también votantes, adherentes, y financistas. Uno de los proyectos que estarían por proponer sería el “jaulas para todos”, en la cual una empresa privada alquilaría estos recintos para encerrar a todos los delincuentes (o a los que se les parezcan) que no hayan aprendido cómo se hacen las cosas. Más allá de que no tienen gran popularidad, estos simios mayores cuentan con periodistas que les ordenan un poco sus mugres y de paso les carroñan algún residuo. Ya hay gorilones que han girado las invitaciones para que mañana más de una víbora asista al laico Poder Judicial de la justicia tuerta para la entronización de un cuadro religioso, mientras que otros movilizan militantes parapoliciales a las puertas de los Tribunales Federales, donde juzgan a las verdaderas y peores bestias, los represores.